Es muy difícil abrirle tu ama a otra persona.
Y si alguien lo niega, lo siento, pero no es cuestión de seguridad en sí mismo, sino de valor. Reunir el coraje para hacer algo así es tarea titánica (o desesperación), porque por mucho que te quieras a ti mismo siempre, repito SIEMPRE, implica una posibilidad de fracaso; implica que la otra persona no vea lo que realmente eres, que no valore lo que tú realmente eres... O peor aún, que valore a alguien por encima de ti.
Por eso, siempre romperé una lanza a favor de los hombres que dan el primer paso. Los que se aventuran, los que se arriesgan, los que se lo montan para seducir de modo que nos quede otra opción que... Verles de verdad.
A los que se muestran de verdad, claro.
Como mujer, no he tenido por qué hacer eso.
Y sin embargo, lo he hecho.
Conozco el dolor del rechazo del mismo modo que conozco la sensación de victoria.
Pero, afrontémoslo: es sobre ellos sobre quienes pesa la espada de Damocles, quienes sienten la duda y a pesar de todo, ahí están, dando un paso al frente.
Por supuesto, hablo de los hombres honestos, no de los que tratan de engatusarnos con las intenciones que todos conocemos. Ésos no abren su alma, sino su bragueta, algo que a ninguna mujer le cuesta esfuerzo alguno con estos tipos. Y ni siquiera se merecen una patada en la ingle, se merecen una mirada indiferente y que nos alejemos de ellos. Porque, tanto como receptora de rechazo como de victoria, sí sé una cosa: no hay nada peor para un hombre que de verdad no quiere abrir tu alma, sino tus bragas, que la indiferencia...
Y si lo piensan bien, el hombre que de verdad te abre su alma, se queda vulnerable ante ti y nosotras, no me digan por qué, pero al menos yo no soy capaz de no reconocerles el mérito. SIEMPRE tendrán mi reconocimiento... Motivo por el cual, mis ex, las personas que lo han intentado, siempre tienen un pedacito de mi corazón (por alguna alineación planetaria, normalmente todas mis parejas, salvo gloriosas excepciones, y aquellos hombres que he rechazado, siguen siendo mis amigos, ¿por qué no podrían serlo si ellos quieren? Una cosa es que no veas algo más en ellos, otra muy diferente, que no puedas seguir disfrutando de su compañía y de valorarlos como verdaderos amigos. Y aquí incluyo los que me han rechazado a mí... Sí, debo ser marciana...).
Y luego nos quejamos las mujeres de que este mundo es machista... Pero en esta ocasión, amigas mías, somos nosotras las que tenemos el poder de herirles...
... Por lo general...
Así que, me siento en la necesidad de señalar que hay ocasiones en este mundo de hombres en las que ellos no, de ningún modo tienen la sartén por el mango y se arrodillan. Para variar, somos nosotras jueces y jurados.
Y no, no es una situación cómoda cuando ese sentimiento no es correspondido.
Sin embargo, esa valentía no queda inapreciada.
Al menos, no por mí.
Tal vez esperaban que sacase mi vena más cruel... Pues no. Tal vez si ustedes se pusieran en su piel reaccionarían como yo.
¿O no tienen ovarios?
Divagaciones de 3 perturbados
Etiquetas
Opinión Economía
(1)
#Lucifer
(1)
15M
(2)
Animales
(5)
Bienvenida
(5)
Calcetin
(2)
Campo
(6)
Cerrado
(4)
Cine y TV
(39)
Ciudades
(6)
Comics
(5)
Comida
(15)
Críticas
(3)
Cuentos
(6)
Cumpleaños
(81)
Deportes
(67)
Economía
(5)
Encuesta
(3)
Estados
(182)
Felicidades
(8)
Frases
(18)
Gilipolleces
(85)
Hijoputez
(10)
Humor
(89)
Idas de olla
(78)
Imágenes
(126)
Juegos
(5)
locuras
(6)
Mala leche
(15)
Manga
(8)
MicroRelatos
(5)
Minijuegos
(38)
Minireflexiones
(6)
Monólogos
(9)
Musica
(110)
Navidad
(20)
Noticias
(55)
ÑeKoZ y CoCo
(33)
Opinión
(329)
Opinión Economía
(2)
Photoshop
(2)
Poesía
(8)
Polémica
(38)
Política
(21)
Presentacion
(5)
Programas para pc
(3)
Recetas
(12)
Recuerdos
(9)
relatos
(51)
Sexo
(18)
Spam
(19)
Tests
(3)
Trabajo
(4)
Videos
(194)
zodiaco
(1)
Webs amigas
Seguidores
Noche electoral española. Democracia.
Hoy, como española, me descojono a mandíbula batiente.
Y digo como española con las implicaciones que una persona que tengo, conociendo la Constitución vigente del 79 y con la intención con la que se aprobó, con una idea general de lo desastrosa que es la Ley de Régimen Electoral General de 19 de junio del 85 (sí, soy TAN REPELENTE que les indico hasta la Ley que regula el reparto de escaños, etc. Básicamente porque lo sé y creo que todo español debería saberlo. Sobre todo esos listillos que hablan de reformar la ley y ni siquiera se molestan en saber cuál es).
Hoy, día 20 de diciembre de 2015, hemos sido llamados a las urnas.
Francamente, desconozco las cifras de participación en las votaciones, pero lo que emociona es el resultado de porcentajes de votos.
Después de 4 años de política mayoritaria y absolutista del PP, de la que Dios y su madre se ha quejado, vuelve a salir como partido mayoritario.
Mayoría simple, sí, pero mayoría.
Hilarante.
El tema es que este año, como novedad, tenemos dos partidos nuevos fuertes al margen de los dos ya conocidos (aunque no tan fuertes como se esperaba): Podemos, la extrema izquierda (o los bolcheviques, como se les conoce popularmente) y Ciudadanos, un partido autoproclamado de centro que ha nacido de una CCAA nacionalista, lo cual ya tiene cojones.
La ironía es... Descojonante, válgase la redundancia.
Pero la mayor ironía de la España política ahora mismo es que... Ninguno de los dos partidos mayoritarios (véase, PP o PSOE) puede forjar gobierno independientemente.
No. LLegan.
Hasta la fecha, se han dedicado TANTO y CON TANTO AHÍNCO a ignorar a los demás regocijándose en su vanidad de principales fuerzas políticas que... Ahora que necesitan a las fuerzas más radicales de España para formar Gobierno, me temo que ni el afán por llegar al poder van a darles la mayoría absoluta.
Es más, me aventuro a dar mi radical y heterodoxa opinión que por supuesto no espero que nadie comparta:
Y digo como española con las implicaciones que una persona que tengo, conociendo la Constitución vigente del 79 y con la intención con la que se aprobó, con una idea general de lo desastrosa que es la Ley de Régimen Electoral General de 19 de junio del 85 (sí, soy TAN REPELENTE que les indico hasta la Ley que regula el reparto de escaños, etc. Básicamente porque lo sé y creo que todo español debería saberlo. Sobre todo esos listillos que hablan de reformar la ley y ni siquiera se molestan en saber cuál es).
Hoy, día 20 de diciembre de 2015, hemos sido llamados a las urnas.
Francamente, desconozco las cifras de participación en las votaciones, pero lo que emociona es el resultado de porcentajes de votos.
Después de 4 años de política mayoritaria y absolutista del PP, de la que Dios y su madre se ha quejado, vuelve a salir como partido mayoritario.
Mayoría simple, sí, pero mayoría.
Hilarante.
El tema es que este año, como novedad, tenemos dos partidos nuevos fuertes al margen de los dos ya conocidos (aunque no tan fuertes como se esperaba): Podemos, la extrema izquierda (o los bolcheviques, como se les conoce popularmente) y Ciudadanos, un partido autoproclamado de centro que ha nacido de una CCAA nacionalista, lo cual ya tiene cojones.
La ironía es... Descojonante, válgase la redundancia.
Pero la mayor ironía de la España política ahora mismo es que... Ninguno de los dos partidos mayoritarios (véase, PP o PSOE) puede forjar gobierno independientemente.
No. LLegan.
Hasta la fecha, se han dedicado TANTO y CON TANTO AHÍNCO a ignorar a los demás regocijándose en su vanidad de principales fuerzas políticas que... Ahora que necesitan a las fuerzas más radicales de España para formar Gobierno, me temo que ni el afán por llegar al poder van a darles la mayoría absoluta.
Es más, me aventuro a dar mi radical y heterodoxa opinión que por supuesto no espero que nadie comparta:
- Podemos es una creación del PSOE en un intento de sondear las tendencias izquierdistas de España, hasta dónde llegan, acojonarla, para obtener más votos en su enfoque más suave, creyendo, ingenuamente, que los españoles no estamos hasta los cojones del baile eterno del PSOE y del PP.
- Ciudadanos es un partido apoyado por el PP desde Cataluña, un partido de centro designado para calmar los ánimos en la CCAA más tocapelotas de España para restarle votos a los nacionalistas (que habrá salido más o menos bien... No entro a valorar eso), y que, ya de paso, les otorga en un contexto nacional un partido con quien formar coalición, ya que son capitalistas y de derechas igual que ellos, lo disfracen con el acercamiento al pueblo y su 'origen comunitario', o no. Vamos, hombre, ¿es que nadie se ha dado cuenta de que el amigo Rivera parece un niño bonito de colegio del OPUS a quien papá le dio un trabajo en su multinacional? No lleva el jersey sobre los hombros, pero hasta un mono entiende que ha de evolucionar.
En pocas palabras, hoy, esos dos partidos al ala de los grandes, Podemos y Ciudadanos, tomados en conjunto, han obtenido demasiados votos, incluso más que el PSOE.
Por supuesto, la imposibilidad de formar gobierno cada uno por su lado para PP y PSOE van a hacer que tengan que aliarse, tampoco sería la primera vez, pero... Ahora los discípulos son una amenaza. Necesitan hacer lo que se llama un 'gobierno de Estado'. Entenderse y claudicar el uno ante el otro si no quieren que se les coman los demás (electoralmente no es posible, pero, por si no lo sabían, el pueblo puede acelerar una votación antes de cuatro años si su gobierno es un fiasco... Léanse sus derechos, joder). Ser UNO, fusionar sus políticas como si fueran una (algo que agradezco, porque las políticas sociales del PSOE son las mejores y las económicas del PP, también, bajo mi punto de vista).
Por fin, joder.
Ya no sólo los resultados están propiciando esto, sino el proceso ilegal de independentismo de Cataluña, que proclama que se va a pasar por el forro toda sentencia del Tribunal Constitucional y la madre que parió a María Santísima de lo que opine España.
Al margen de lo que yo opine al respecto, el gobierno entrante DEBE ser fuerte.
No puede ser un sinfín de partidos unidos por el interés de votos, porque lidiar con todo eso y la Independencia de Cataluña sería nefasto. El Gobierno que niegue tajantemente la legalidad de esa independencia (llevada a cabo de forma ilegal con toda la intención posible, todo sea dicho de paso, ya que EXISTEN vías en nuestra Constitución que podrían llevarles a una independencia absoluta si ellos quisieran y, dados los años que Cataluña lleva dando por el culo, ya lo habrían conseguido si de verdad lo quisieran, así que, en plata, lo único que quiere Cataluña es más dinero de Gobierno Central, by the face, porque se está puliendo todo el dinero público en llenar los bolsillos de los políticos, tal y como señala lo que ha ocurrido con el Sr Puyol, porque lleva sucediendo décadas, y los que vienen detrás quieren hacer lo mismo a costa de todos los españoles y reírsenos en la cara mientras nos acusan de intolerantes y fachas... Y si piensan que estoy siendo Cruel, vayan a una farmacia en cataluña a ver cuánto les subvenciona el Govern de Catalunya.... Y, por su bien, no caigan enfermos de gravedad, porque tendrán que pagarse hasta las sábanas del hospital... No exagero, hablo con conocimiento de causa) debe ser incuestionable.
Ése y el acojone de ver que Podemos, una fuerza de izquierda radical, le come los escaños a pasos agigantados, ha hecho que Pedro Sánchez se doblegue ante Rajoy como una cortesana ávida de poder.
Lo cual me hace reírme y mucho.
Porque así debería ser.
Uno al otro u otro al uno, da lo mismo.
La Constitución contempla como algo normal la mayoría simple en un gobierno. Debería ser así. Que los votos del pueblo hablasen por sí solos, que les obligasen a los políticos a dialogar interminablemente en el puto Congreso de los Diputados y el Senado hasta que todos se entendieran, sin opción a hacer pactos
Porque ni PP ni PSOE van a poder desoír a los demás grupos con lo que está ocurriendo en Cataluña, una CCAA que no piensa respetar la base de nuestra legislación.
Creo que España ha llegado a un punto de inflexión. Y ya era hora.
Así que, hoy, españoles, hemos conseguido lo más cercano a lo que nuestros padres de la Constitución querían que ocurriese para nosotros en democracia: que nos escuchasen de una jodida vez.
Y por eso, me río.
De alegría.
Hoy ya no es una tiranía, hoy empiezan a ver los políticos que... Amigos, estamos hasta los huevos de vosotros y vuestro jodido circo. Que deberíais de tomaros en serio que ostentaís un poder que os dabos los demás, que estáis ahí porque los demás queremos.
YA. ESTÁ. BIEN. DE. JUGAR. Y. VIVIR. A. COSTA. NUESTRA. CABRONES.
Y, si Ciudadanos de verdad hace lo que promete, esa ley electoral, será revisada.
No alzo las campanas al vuelo, ningún partido político nuevo ha logrado meter mano de verdad en el gobierno, pero lo deseo. Y tal y como están las cosas, no lo veo imposible.
Es un indicio de cambio.
Y lo espero. Oh, joder, si lo espero...
A ver si de una vez por todas la puta palabra DEMOCRACIA empieza a tener sentido en España.
La religión y sus contradicciones
Para empezar, no soy una gran fan de la religión, sea cual sea.
Para mí es sólo un medio para conseguir poder. De hecho, en las charlas subversivas de los grupos que solían darse en mi facultad, Economía, había unas especialmente interesantes: las de los estudiantes y profesores de sociología que cursaban créditos en mi edificio.
Y, ¿qué aprendí de ellos?
Que hay muy pocas cosas que mueven a la humanidad en masa. Dinero. Poder. Ideología/Fanatismo. Sexo.
Pero, si lo piensan fríamente, hay una única figura que engloba a todas estas fuerzas motoras.
La figura de Lucifer.
El Diablo.
El mal supremo.
Motivo por el cual, si ya tenía mis motivos para sentirme atraída por esta figura maltratada a lo largo de la historia cristiana y católica (y, que sepan que Lucifer fue un nombre MUY USADO en la antigüedad... Bueno, entraré en ese dilema en otro post, tal vez, éste no va sobre eso), me animó a pensar mucho en ese ente, ese ángel caído en desgracia celestial que terminó convirtiéndose en recolector y responsable de todos los males de la humanidad.
Afrontémoslo, es lo que la religión tenía que hacer para expiar a los pecadores, culpar a otro.
Después de identificar a un Dios todopoderoso que representaba el bien supremo, tenían que señalar a alguien a quien responsabilizar también del mal.
Pero, ¡eh! ATENCIÓN. WARNING.
Bajo mi punto de vista, cometieron un gran error.
Si sin luz, no hay oscuridad, si son dos caras de la misma moneda, ¿por qué hacer inferior a Lucifer? ¿Por qué no hacerlo su igual? ¿Ying y yang? Sería lo lógico.
Sencillo: porque Dios necesitaba ganar la batalla. Porque la humanidad necesita un mensaje de esperanza, se tenía que hacer creer al mundo que, aunque el mal es poderoso, el bien es aún mejor. Que siempre hay esperanza para nosotros, que, una vez muertos, no vamos a sufrir aún más después de lo sufrido después de que nos expulsaran del Paraíso.
Por supuesto, sólo si llevas una vida virtuosa.
Es decir, necesitaban dar el mensaje al mundo de que había que ser "bueno".
Después de volver a ver la nefasta película de Legión, encontré una serie (para mi desgracia, cancelada hace pocos meses) llamada Dominion que narra lo ocurrido 25 años después de esos hechos. Y me hizo pensar al encontrarme a dos arcángeles no sólo enfrentados prácticamente a muerte, sino que también unidos por un vínculo muy íntimo: Miguel y Gabriel. Donde la destrucción de la humanidad depende de la compasión de Miguel (que paradójicamente es el arcángel guerrero portador de la ira de Dios) y de la ira de Gabriel (paradójicamente de nuevo, el mensajero, el compasivo y puro) al verse desprendido de la ausencia de su Padre sin saber el motivo.
Una buena visión de qué serían capaces los arcángeles al verse expulsados del Cielo y sin la presencia del Padre todopoderoso que los guía.
Algo en qué pensar.
Y, cómo no, mi afán escritor me pica en la yema de los dedos.
Así que, decidida a escribir algún que otro relato sobre el tema, me puse a indagar.
Imagínense mi estupor (y mi alegría), al leer ciertas corrientes (y no estoy hablando del luciferanismo ni del satanismo) que consideran a Lucifer como el que realmente azuzó a la humanidad a evolucionar. De hecho, él fue quien le enseñó al hombre cómo pensar, le enseñó cómo obtener fuego y cómo defenderse (el arte de la guerra, según reza) al verse el mayor arcángel expulsado del Paraíso y del Cielo y compadecerse de nosotros los humanos, pobres criaturas inferiores (al parecer, lo admiten hasta en la Biblia).
De hecho, si se es un poco quisquilloso y se toma al pie de la letra lo que tu catequista te diga el día de tu comunión, eso de que la Biblia no hay que tomarla al pie de la letra y que está llena de metáforas, parece ser que el cuento de Adán y Eva podría ir más allá.
La estatua del Ángel Caído del Parque del Retiro de Madrid |
Es decir, que sí, la serpiente, símbolo de conocimiento en las antiguas culturas, era Lucifer, a quien se le atribuía el poder de insuflar conocimiento interior, por ser el primer arcángel y querubín creado por Dios, el PRIMER RAYO DE LUZ EN LA OSCURIDAD (entiéndase la similitud y el motivo de su nombre, 'La estrella matutina', venus, la primera estrella que puede verse al oscurecer, el primer ángel creado), y quiso compartir su don con la humanidad (Adán y Eva en este caso y metafóricamente hablando, unos cavernícolas en realidad, a quien adoraba y se sentía honrado de compartir el Paraíso con ellos... Que tiene bemoles estar encantado de querer compartir el Edén con un par de monos, si me permiten el humor ácido), es decir... Que fue él quien nos dotó de intelecto, porque, si leen el Antiguo Testamento, Adán y Eva iban desnudos y, después de probar la manzana del Árbol de la Vida, comenzaron a taparse.
¿Pudor? Tal vez. Pero si lo piensan fríamente los monos no tienen nada de eso.
Es decir que en ese análisis de la metáfora de la Bilblia... ¿Quién nos dotó de Inteligencia?
Lucifer.
Luzbel.
Llámenlo como quieran.
Pero no fue Dios, porque, entre otras cosas, lo que queda claro es que Lucifer era un arcángel tan favorecido que se le concedió el privilegio de contribuir a la creación de la Tierra, liderando a otros muchos ángeles. Dios pudo darnos conciencia, pero hasta la Biblia nos dice subepticiamente que fue Lucifer quien nos ayudó a evolucionar.
Lo que me lleva a preguntarme la inevitable cuestión: joder, ¿de verdad Dios, el bueno, magnífico, compasivo y todo eso... quería dejarnos como monos en el puto Paraíso?
Y si voy más allá: ¿qué coño era el Paraíso?
No he logrado encontrar nada al respecto, pero para mí, está claro: la bendita ignorancia.
Un enfoque interesante al respecto.
Sin embargo, hay otra visión (de hecho, hay muchas más, pero me ciño a las pocas creíbles y lógicas y que he encontrado, algunas seguramente no están al alcance de mi ratón; otras, son para morirse de risa).
Hay un punto muy importante en esta cuestión de por qué cayeron un tercio de los ángeles a manos del arcángel Miguel cuando Lucifer se rebeló: ¿los ángeles tienen o no libre albedrío?
A saber.
No se dice nada al respecto.
Unas teorías dicen que no, porque conocían la existencia de Dios y no podían no elegir el Bien, y otras dicen que sí, porque Dios no podía no insuflarles inteligencia y no elegir, no habría sido coherente (o perfecto, según dicen las teorías, habría sido imperfecto, una tara). Si la tenían, Lucifer tuvo la capacidad de pensar por sí mismo (que se supone que ésa era una de sus virtudes, la chispa de la vida e inteligencia, es decir, que tenía la capacidad creadora de vida inteligente igual que Dios); pero si no... ¿Por qué se reveló? Porque Dios se lo ordenó. Porque necesitaba que alguien liderase a las tropas infernales y las mantuviese a raya y mandó a su mejor ángel, hecho más que ninguno a su imagen y semejanza y capaz de controlarlos y liderarlos. El trabajo sucio se lo otorgó al Lucero del Alba.
Menuda putada, si me lo permiten.
Yo estaría encabronada por muchos motivos si fuera Lucifer... Exiliada y repudiada por todos mis hermanos. Tachada no sólo de pecadora, sino de hija de puta.... Pero claro, no soy un arcángel sin libre albedrío, tendría que ponerme en el papel de un perrito faldero que acataría las órdenes de mi amo.
Mucho en qué pensar para hacer un miserable relato...
Tal vez se merece varios, ¿eh?
De signos va la cosa: Tauro.
No sé si conocen a algún Tauro.
En mi familia son casi tan abundantes como los cáncer, yo misma. En realidad, más.
Un Tauro es leal, familiar y... Bueno, tremendamente vago. No vago porque sean intrísecamente vagos, porque cuando se trata de trabajo, se dedican al 100%, pero cuando es tiempo de ocio.. Ah, amigo, sus mejores aliados se llaman sofá y cama. No son personas de salir y de fiesta, aunque, cuando lo hacen, son el alma de la fiesta y no por su coordinación a la hora de bailar, porque lo suyo es apoltronarse, sino por su carisma.
Un Tauro busca estabilidad, le llenan las pequeñas cosas y su sello personal es la tranquilidad. De hecho, ve a un Tauro con un plan de última hora y sabrás lo que es ver a un toro resoplar. No les gustan en absoluto. Pero planea una fiesta con ellos y no te defraudará.
Porque un Tauro jamás defrauda.
Les va la sinceridad directa y de hecho su humor, sorprendente, porque son personas muy tranquilas y hasta imperturbables, sorprende. Su sentido del humor es... magnético. Igual que su atractivo. No pueden evitarlo.
Sólo hay tres cosas que sacarán de la cama a un Tauro a prontas horas de la mañana: sexo, trabajo y familia.
Bueno, cuatro: les encanta comer. Hazles un buen desayuno y... Vale, no hay cuarta, se lo comerán en la cama si pueden.
No necesariamente por ese orden.
Son adorablemente tímidos, pero no os engañéis, mientras los demás hablan, ellos están analizándoos.
Son tremendamente inteligentes.
De hecho, son los manipuladores con más éxito del zodíaco porque, no me preguntéis cómo se lo hacen, jamás podrás señalarles como alguien que ha iniciado una acción contra ti y son terriblemente persuasivos. Incluso más que un Escorpio (otra arpía del zodíaco...).
Sin embargo, también son terriblemente cautos y pacientes.
El santo Job se daría de cabezazos contra una pared y le daría un ataque de nervios ante la paciencia de Tauro. Se toman su tiempo para todo, años si hace falta, especialmente para valorar quién es amigo y enemigo y, aún más, en quién pueden confiar.
Pero, una vez tienes la confianza de Tauro, es inquebrantable. Tendrás a un toro a tu lado que no se echará atrás por nada. NADA. Porque, afrontémoslo: ¿cuál es la cualidad más destacada de un Tauro? Su tozudez.
Nada, NADA va a hacerles cambiar de opinión.
Aunque estén equivocados.
¿Una confrontación con un Tauro? Es una declaración de guerra. Y si no estás dispuesto a retroceder, será interminable. UNA. JODIDA. GUERRA. QUE . No. TERMINARÁ. JAMÁS. Porque la paciencia, amigos míos, es su fuerte. Y son observadores, sabrán cuáles son vuestros puntos débiles antes de que podáis atacar. Si no estáis dispuestos a aguantar un ataque frontal y directo a vuestra debilidad... Con un Tauro es mejor rendirse y alejarlo de vuestra órbita.
Mejor como amigo que como enemigo, sin duda.
¿Quieres enredarte con un tauro?
Ánimo.
Te harán falta paciencia y ovarios/cojones. Como en tu vida pensaste que podrías tenerlos.
Y quizás no los tengas...
En mi familia son casi tan abundantes como los cáncer, yo misma. En realidad, más.
Un Tauro es leal, familiar y... Bueno, tremendamente vago. No vago porque sean intrísecamente vagos, porque cuando se trata de trabajo, se dedican al 100%, pero cuando es tiempo de ocio.. Ah, amigo, sus mejores aliados se llaman sofá y cama. No son personas de salir y de fiesta, aunque, cuando lo hacen, son el alma de la fiesta y no por su coordinación a la hora de bailar, porque lo suyo es apoltronarse, sino por su carisma.
Un Tauro busca estabilidad, le llenan las pequeñas cosas y su sello personal es la tranquilidad. De hecho, ve a un Tauro con un plan de última hora y sabrás lo que es ver a un toro resoplar. No les gustan en absoluto. Pero planea una fiesta con ellos y no te defraudará.
Porque un Tauro jamás defrauda.
Les va la sinceridad directa y de hecho su humor, sorprendente, porque son personas muy tranquilas y hasta imperturbables, sorprende. Su sentido del humor es... magnético. Igual que su atractivo. No pueden evitarlo.
Sólo hay tres cosas que sacarán de la cama a un Tauro a prontas horas de la mañana: sexo, trabajo y familia.
Bueno, cuatro: les encanta comer. Hazles un buen desayuno y... Vale, no hay cuarta, se lo comerán en la cama si pueden.
No necesariamente por ese orden.
Son adorablemente tímidos, pero no os engañéis, mientras los demás hablan, ellos están analizándoos.
Son tremendamente inteligentes.
De hecho, son los manipuladores con más éxito del zodíaco porque, no me preguntéis cómo se lo hacen, jamás podrás señalarles como alguien que ha iniciado una acción contra ti y son terriblemente persuasivos. Incluso más que un Escorpio (otra arpía del zodíaco...).
Sin embargo, también son terriblemente cautos y pacientes.
El santo Job se daría de cabezazos contra una pared y le daría un ataque de nervios ante la paciencia de Tauro. Se toman su tiempo para todo, años si hace falta, especialmente para valorar quién es amigo y enemigo y, aún más, en quién pueden confiar.
Pero, una vez tienes la confianza de Tauro, es inquebrantable. Tendrás a un toro a tu lado que no se echará atrás por nada. NADA. Porque, afrontémoslo: ¿cuál es la cualidad más destacada de un Tauro? Su tozudez.
Nada, NADA va a hacerles cambiar de opinión.
Aunque estén equivocados.
¿Una confrontación con un Tauro? Es una declaración de guerra. Y si no estás dispuesto a retroceder, será interminable. UNA. JODIDA. GUERRA. QUE . No. TERMINARÁ. JAMÁS. Porque la paciencia, amigos míos, es su fuerte. Y son observadores, sabrán cuáles son vuestros puntos débiles antes de que podáis atacar. Si no estáis dispuestos a aguantar un ataque frontal y directo a vuestra debilidad... Con un Tauro es mejor rendirse y alejarlo de vuestra órbita.
Mejor como amigo que como enemigo, sin duda.
¿Quieres enredarte con un tauro?
Ánimo.
Te harán falta paciencia y ovarios/cojones. Como en tu vida pensaste que podrías tenerlos.
Y quizás no los tengas...
Recuerdos
Siempre me han gustado los gatos.
Es curioso, porque todos los niños a mi alrededor en primaria se privaban por los perros. El amigo fiel y todo eso. Nunca me atrajo.
Los mininos tienen un modo de ver el mundo que yo comparto.
Pero, no sé si lo saben, cada raza de felinos tienen sus peculiaridades. Y yo tuve un siamés.
Puro.
¿Quieren saber cómo se distinguen?
Su rabo está retorcido. Y es negro.
Si no es así, es un cruce.
Recuerdo perfectamante su primera noche. Nos lo dieron una noche de invierno, apenas recién nacido. Era un pobre ovillito de lana que mi madre apenas podía darle leche con una cuchara. Mi hermana, con apenas unos años de vida, se enamoró del minino.
¿Y quién no?
Fue un amigo fiel.
Que dormía en la almohada más próxima a la venta como si fuera un perro guardián defendiendo a las pequeñas de la casa, que se peleaba con la escoba y huía de la aspiradora. Quien merodeaba por las terrazas, no haciendo amigos, como todos los vecinos pensaban, sino asegurando el perímetro.
Años después, cuando desarrollé mi alergia y no pude tocarlo más, no lo comprendí.
Ahora lo hago.
Hay muchas razas de gatos domésticos.
Pocas tan peculiares como los siameses.
Leales a sus amos como cualquier can. Íntima y emocionalmente ligados a ellos. Nos necesitan, porque sino, se deprimen. Lo que leen, sí, se deprimen.
Pero fuera de esa casa, de esa jerarquía...
Oh, agárrense los cinturones.
No creo que haya ningún minino tan alfa como ellos.
Son los alfas.
Desgarran lo que haga falta. Someten lo que deben.
Y vuelven a casa a por mimos.
Ay...
Sigo adorándote, pequeño.
Siempre
Es curioso, porque todos los niños a mi alrededor en primaria se privaban por los perros. El amigo fiel y todo eso. Nunca me atrajo.
Los mininos tienen un modo de ver el mundo que yo comparto.
Pero, no sé si lo saben, cada raza de felinos tienen sus peculiaridades. Y yo tuve un siamés.
Puro.
¿Quieren saber cómo se distinguen?
Su rabo está retorcido. Y es negro.
Si no es así, es un cruce.
Recuerdo perfectamante su primera noche. Nos lo dieron una noche de invierno, apenas recién nacido. Era un pobre ovillito de lana que mi madre apenas podía darle leche con una cuchara. Mi hermana, con apenas unos años de vida, se enamoró del minino.
¿Y quién no?
Fue un amigo fiel.
Que dormía en la almohada más próxima a la venta como si fuera un perro guardián defendiendo a las pequeñas de la casa, que se peleaba con la escoba y huía de la aspiradora. Quien merodeaba por las terrazas, no haciendo amigos, como todos los vecinos pensaban, sino asegurando el perímetro.
Años después, cuando desarrollé mi alergia y no pude tocarlo más, no lo comprendí.
Ahora lo hago.
Hay muchas razas de gatos domésticos.
Pocas tan peculiares como los siameses.
Leales a sus amos como cualquier can. Íntima y emocionalmente ligados a ellos. Nos necesitan, porque sino, se deprimen. Lo que leen, sí, se deprimen.
Pero fuera de esa casa, de esa jerarquía...
Oh, agárrense los cinturones.
No creo que haya ningún minino tan alfa como ellos.
Son los alfas.
Desgarran lo que haga falta. Someten lo que deben.
Y vuelven a casa a por mimos.
Ay...
Sigo adorándote, pequeño.
Siempre
Egocentrismo y supervivencia
Es curioso.
A estas alturas de mi vida en las que he perdido tantas cosas, muchas fundamentales, no esperaba encontrarme con esto.
Expectativas.
Esperanza.
Planes.
Qué cosa tan extraña en esta vida, ¿verdad?
Prueben a opositar y verán que lo extraño de la vida es que esos planes no se caiga a pedazos. Que no den vueltas de 180º. Que no le desbaraten los planes de forma cruel e inesperada.
Opositar es sobrevivir.
Como un jodido naufrago sin nada a lo que aferrarse.
¿Expectativas?
¿Esperanza?
No se puede contar con ellas.
Es supervivencia pura y dura.
Cruel.
Y de repente...
Zas.
Tu mundo cambia.
¿Y qué haces?
Sobrevivir.
Porque es lo único que sabes hacer.
O al menos lo único que recuerdas.
A estas alturas de mi vida en las que he perdido tantas cosas, muchas fundamentales, no esperaba encontrarme con esto.
Expectativas.
Esperanza.
Planes.
Qué cosa tan extraña en esta vida, ¿verdad?
Prueben a opositar y verán que lo extraño de la vida es que esos planes no se caiga a pedazos. Que no den vueltas de 180º. Que no le desbaraten los planes de forma cruel e inesperada.
Opositar es sobrevivir.
Como un jodido naufrago sin nada a lo que aferrarse.
¿Expectativas?
¿Esperanza?
No se puede contar con ellas.
Es supervivencia pura y dura.
Cruel.
Y de repente...
Zas.
Tu mundo cambia.
¿Y qué haces?
Sobrevivir.
Porque es lo único que sabes hacer.
O al menos lo único que recuerdas.
Sombra aquí y sombra allá
La gente que se cruza conmigo, me encasilla como a alguien que no ha cruzado apenas la treintena.
Déjenme decirles que...
Me descojono ante esa reacción.
Internamente.
No hay NADA como el factor sorpresa.
Francamente, a los dieciocho o los veinte tenía su punto puñetero. Lo de ir a todas partes con el jodido DNI para que te dejaran entrar donde tus amigas entraban de calle incluso con dieciséis... Bueno, supongo que el Karma tiene su modo de compensar sus putadas.
Aunque, todo sea dicho, a mí no me ha importado mucho nunca quedarme fuera de las discotecas/pubs/lo que fuera, porque, a pesar de todo, tenía amigas que se apiadaban de mí y, a pesar de no poder entrar, me sacaban el litro de la guarrada de turno con alcohol y de hecho, era yo la que expandía sus horizontes sociales.
Hoy por hoy, con mis treinta y cinco años... Me importa muy poco la edad que los demás piensen que tengo. Aún menos que a os dieciséis.
Francamente, nunca he sido alguien que esconda su edad.
Pero no deja de ser gracioso como te juzgan los demás por tu apariencia. O por tu edad.
De hecho, mi "queridísimo amigo/vecino", el heavy que es un super guay y por el cual lloro, no por sus bóxers de los pitufos, sino porque escucha heavy, heavy de verdad, pero luego se cruza contigo en el ascensor y te dice 'chao' con un deje inconfundiblemente guay de gimnasio... Y me lo encuentro saliendo a las diez de la noche, saliendo con una niña lacoste y tommy hilfigher, de tacones infinitos...
Si esa mema supiera que probabemente mi ropa y mis tacones podrían pasarle por encima en cuanto a factura, si quisiera, pero que no me da la gana...
Si supiera que no soy la niña que ella cree que soy, a pesar de sus cremas y maquillajes de Dior....
Ay, las apariencias.
¿Qué coño le pasa al mundo?
Quiero decir... Sí, siempre habrá memos y memas (a pesar de que escuchen Iron Maiden o Scorpions). Pero, en serio, incluso mi vecina del segundo piensa que soy una estúpida veinteañera, algo que disto muchísimo de ser.
Si ella supiera que no, no lo soy, y que además escucho todas y cada una de las discusiones que tiene con su marido...
Lo que sí tengo claro es que, si yo estuviera casada y me vieran con mi flamante pareja, nadie, absolutamente nadie, ni el heavy memo, ni la nena lacoste, ni la vecina estúpida... Pensarían que podrían pasarme por encima.
Una lástima que las apariencias engañen.
O que piensen que necesito a un hombre a mi lado para protegerme de la gente mala.
Nunca me ha gustado que toquen los cojones.
Ni siquiera si no tengo de eso.
Así me va con mis vecinos, que se encuentran con lo que no se esperan...
Déjenme decirles que...
Me descojono ante esa reacción.
Internamente.
No hay NADA como el factor sorpresa.
Francamente, a los dieciocho o los veinte tenía su punto puñetero. Lo de ir a todas partes con el jodido DNI para que te dejaran entrar donde tus amigas entraban de calle incluso con dieciséis... Bueno, supongo que el Karma tiene su modo de compensar sus putadas.
Aunque, todo sea dicho, a mí no me ha importado mucho nunca quedarme fuera de las discotecas/pubs/lo que fuera, porque, a pesar de todo, tenía amigas que se apiadaban de mí y, a pesar de no poder entrar, me sacaban el litro de la guarrada de turno con alcohol y de hecho, era yo la que expandía sus horizontes sociales.
Hoy por hoy, con mis treinta y cinco años... Me importa muy poco la edad que los demás piensen que tengo. Aún menos que a os dieciséis.
Francamente, nunca he sido alguien que esconda su edad.
Pero no deja de ser gracioso como te juzgan los demás por tu apariencia. O por tu edad.
De hecho, mi "queridísimo amigo/vecino", el heavy que es un super guay y por el cual lloro, no por sus bóxers de los pitufos, sino porque escucha heavy, heavy de verdad, pero luego se cruza contigo en el ascensor y te dice 'chao' con un deje inconfundiblemente guay de gimnasio... Y me lo encuentro saliendo a las diez de la noche, saliendo con una niña lacoste y tommy hilfigher, de tacones infinitos...
Si esa mema supiera que probabemente mi ropa y mis tacones podrían pasarle por encima en cuanto a factura, si quisiera, pero que no me da la gana...
Si supiera que no soy la niña que ella cree que soy, a pesar de sus cremas y maquillajes de Dior....
Ay, las apariencias.
¿Qué coño le pasa al mundo?
Quiero decir... Sí, siempre habrá memos y memas (a pesar de que escuchen Iron Maiden o Scorpions). Pero, en serio, incluso mi vecina del segundo piensa que soy una estúpida veinteañera, algo que disto muchísimo de ser.
Si ella supiera que no, no lo soy, y que además escucho todas y cada una de las discusiones que tiene con su marido...
Lo que sí tengo claro es que, si yo estuviera casada y me vieran con mi flamante pareja, nadie, absolutamente nadie, ni el heavy memo, ni la nena lacoste, ni la vecina estúpida... Pensarían que podrían pasarme por encima.
Una lástima que las apariencias engañen.
O que piensen que necesito a un hombre a mi lado para protegerme de la gente mala.
Nunca me ha gustado que toquen los cojones.
Ni siquiera si no tengo de eso.
Así me va con mis vecinos, que se encuentran con lo que no se esperan...
De tal palo, tal astilla
Dicen que con la edad los defectos se acentúan... Y que la nariz y las orejas siguen creciendo.
Doy gracias a Dios por tener una nariz pequeña, porque lo de los defectos lo estoy viviendo en mis propias carnes. Y, joder, una vez llegados a la edad adulta, ¡qué puñeteramente difícil es corregir esos aspectos de uno mismo que no nos gustan!
Siendo sincera, yo a veces sólo puedo tirar la toalla.
Mi yo testarudo es más perseverante que mi fuerza de voluntad.
Muchísimo más.
Si además eso es exactamente lo que quieres cambiar... Se convierte en una cuestión de orgullo.
Y eso es una combinación explosiva.
Ego, orgullo, carácter, fuerza de voluntad... ¿Cómo saber cuándo, dónde parar, si alguna de esas tres potentes características va a salir herida? ¿Cómo ver la línea que separa el orgullo o la testarudez de un error, un error estúpido, además, para evitar el desastre?
Supongo que debería haberme licenciado en psicología y filosofía en lugar de economía, pero, oigan, sé bien que eso no da de comer. La economía, por otro lado... No es que sea sinónimo de dinero, menos aún en estos días de depresión (curioso como la economía y la psicología comparten al menos palabras, ¿eh?), pero algo sí pone de mi parte.
La adolescencia, sin embargo, es otro cantar. Esa testarudez nace de la rebelión, del ansia de libertad, de querer hacerse oír y contar como uno más en nuestro entorno. Aunque eso no es necesariamente sinónimo de tomar las decisiones adecuadas. Lo cual tampoco es necesariamente malo, porque si de algo aprende el ser humano, es de los errores... Aunque a veces tampoco es el caso.
Lo que vengo a decir con esto es que hace poco estuve con mis primos.
Los mayores ya están en una edad en la que han afianzado su opinión y, en plena edad adulta, ni siquiera se cuestionan si sus palabras u opiniones puedan ser las correctas o, peor aún, puedan coexistir con las de los demás, un error muy común cuando pensamos que nuestro punto de vista es el correcto y no pensamos que la forma de ver las cosas de la persona de al lado pueda ser igual de válida o incluso complementaria a la nuestra.
La relatividad no es algo que se acepte fácilmente; cuestión de ego, supongo.
Una lástima.
Y que eso lo diga yo, una extremista patológica, tiene su mérito. Para que vean; se pueden hacer avances incluso entre los más radicales de nosotros ;)
Sin embargo, mis primos pequeños, en una edad adolescente o incluso ya entrando en la edad adulta... Ay, Dios. Me compadezco de ellos.
Con semejante caldo de cultivo del que alimentarse... ¿Cómo va a terminar el asunto? Si la generación anterior somos tan testarudos, tan intransigentes, tan... [Autoanalícense y escriban aquí sus peores rasgos... Duele, ¿eh?], ¿cómo no van a intensificarse esas mismas cualidades en la siguiente, si somos el espejo en el que se miran y ésos son los rasgos que están mamando?
Joder, me echo a temblar.
Tal vez sea algo bueno no tener en el horizonte cercano ser madre, al menos en el aspecto que estoy tratando.
Lo que quiero decir es que... Sí, nos quejamos todos de que las nuevas generaciones vienen siendo narcisistas, radicales y mil cosas más. Y no niego que soy la primera en hacerlo ni niego que sea cierto, pero... ¿Se han parado a pensar que tal vez, sólo tal vez, nosotros les hemos dado las herramientas y los genes? ¿Que también tenemos nuestra parte de culpa?
Como bien he dicho, menos mal que no tengo hijos que supongan el botón a mostrar como ejemplo en lo que acabo de escribir. De este modo se queda sólo en palabras hipotéticas y a las que nadie hará mucho caso.
*Escalofríos*
Edito: En Fin, me voy a ver The Flash, para que vean lo profunda que soy las 24 horas del día, non stop.
Y sí, me empapo tanto Arrow, como Flash, como otras series del mismo calibre. De hecho, tengo pendiente hasta una miniserie de Nightwing que me da escalofríos sólo de pensar en ella (esta reseña sólo la captarán los más frikis... Y yo me enorgulleceré de ellos). De los de anticipación y risitas nerviosas adolescentes.
Mientras tanto, aquí tienen mi última rallada mental. Por si se les hace muy larga la espera del último capítulo de Gotham o The Vampire Diaries y necesitan distracción.
Encantada de dársela.
Doy gracias a Dios por tener una nariz pequeña, porque lo de los defectos lo estoy viviendo en mis propias carnes. Y, joder, una vez llegados a la edad adulta, ¡qué puñeteramente difícil es corregir esos aspectos de uno mismo que no nos gustan!
Siendo sincera, yo a veces sólo puedo tirar la toalla.
Mi yo testarudo es más perseverante que mi fuerza de voluntad.
Muchísimo más.
Si además eso es exactamente lo que quieres cambiar... Se convierte en una cuestión de orgullo.
Y eso es una combinación explosiva.
Ego, orgullo, carácter, fuerza de voluntad... ¿Cómo saber cuándo, dónde parar, si alguna de esas tres potentes características va a salir herida? ¿Cómo ver la línea que separa el orgullo o la testarudez de un error, un error estúpido, además, para evitar el desastre?
Supongo que debería haberme licenciado en psicología y filosofía en lugar de economía, pero, oigan, sé bien que eso no da de comer. La economía, por otro lado... No es que sea sinónimo de dinero, menos aún en estos días de depresión (curioso como la economía y la psicología comparten al menos palabras, ¿eh?), pero algo sí pone de mi parte.
La adolescencia, sin embargo, es otro cantar. Esa testarudez nace de la rebelión, del ansia de libertad, de querer hacerse oír y contar como uno más en nuestro entorno. Aunque eso no es necesariamente sinónimo de tomar las decisiones adecuadas. Lo cual tampoco es necesariamente malo, porque si de algo aprende el ser humano, es de los errores... Aunque a veces tampoco es el caso.
Lo que vengo a decir con esto es que hace poco estuve con mis primos.
Los mayores ya están en una edad en la que han afianzado su opinión y, en plena edad adulta, ni siquiera se cuestionan si sus palabras u opiniones puedan ser las correctas o, peor aún, puedan coexistir con las de los demás, un error muy común cuando pensamos que nuestro punto de vista es el correcto y no pensamos que la forma de ver las cosas de la persona de al lado pueda ser igual de válida o incluso complementaria a la nuestra.
La relatividad no es algo que se acepte fácilmente; cuestión de ego, supongo.
Una lástima.
Y que eso lo diga yo, una extremista patológica, tiene su mérito. Para que vean; se pueden hacer avances incluso entre los más radicales de nosotros ;)
Sin embargo, mis primos pequeños, en una edad adolescente o incluso ya entrando en la edad adulta... Ay, Dios. Me compadezco de ellos.
Con semejante caldo de cultivo del que alimentarse... ¿Cómo va a terminar el asunto? Si la generación anterior somos tan testarudos, tan intransigentes, tan... [Autoanalícense y escriban aquí sus peores rasgos... Duele, ¿eh?], ¿cómo no van a intensificarse esas mismas cualidades en la siguiente, si somos el espejo en el que se miran y ésos son los rasgos que están mamando?
Joder, me echo a temblar.
Tal vez sea algo bueno no tener en el horizonte cercano ser madre, al menos en el aspecto que estoy tratando.
Lo que quiero decir es que... Sí, nos quejamos todos de que las nuevas generaciones vienen siendo narcisistas, radicales y mil cosas más. Y no niego que soy la primera en hacerlo ni niego que sea cierto, pero... ¿Se han parado a pensar que tal vez, sólo tal vez, nosotros les hemos dado las herramientas y los genes? ¿Que también tenemos nuestra parte de culpa?
Como bien he dicho, menos mal que no tengo hijos que supongan el botón a mostrar como ejemplo en lo que acabo de escribir. De este modo se queda sólo en palabras hipotéticas y a las que nadie hará mucho caso.
*Escalofríos*
Edito: En Fin, me voy a ver The Flash, para que vean lo profunda que soy las 24 horas del día, non stop.
Y sí, me empapo tanto Arrow, como Flash, como otras series del mismo calibre. De hecho, tengo pendiente hasta una miniserie de Nightwing que me da escalofríos sólo de pensar en ella (esta reseña sólo la captarán los más frikis... Y yo me enorgulleceré de ellos). De los de anticipación y risitas nerviosas adolescentes.
Mientras tanto, aquí tienen mi última rallada mental. Por si se les hace muy larga la espera del último capítulo de Gotham o The Vampire Diaries y necesitan distracción.
Encantada de dársela.
De ángeles y demonios
Ni siquiera sé por qué lo hizo.
Aunque sé que mis emociones con respecto a ella no me dejaban ver cómo era realmente... No, en realidad, nunca, jamás se mostró tal cual era conmigo. Se cuidó muy mucho. Como una pantera negra esquivando la luz de la luna en la oscuridad de un bosque por la noche cuando da caza a su presa.
Y yo, ilusa de mí, después de tantos años conociéndola, creí que no me daría un zarpazo por la espalda.
Es curioso, uno piensa que años de cercanía y amistad significan confianza.
O tal vez las peores sombras esperan a que ese lazo se forje para dar un buen zarpazo.
Pero la realidad es que sé lo que hizo saltar por los aires ese vínculo que teníamos: celos.
Unos celos atroces y enfermizos que ni siquiera una pareja mostraría.
Cuando le demostré que había alguien a quien quería más que a ella, a pesar de que mi lealtad, mi amistad por ella jamás se vería afectada por ese vínculo, y eso era un hecho que había demostrado infinitas veces (¿quién no mantiene sus vínculos con sus mejores amigas a pesar de querer a un hombre?), me clavó la puñalada más trapera que he conocido jamás.
Y he conocido muchas, lo crean o no.
Tal vez he de dar gracias de haber conocido en el pasado a cierta ninfa que me hizo sangrar de formas indecibles para que en ese preciso momento no le demostrase mi dolor. Sé a ciencia cierta que mi forma de ser es muy extremista, pero aquella reacción, a día de hoy, sé que fue demasiado fría incluso para mí.
Para mí no hay mecanismo de defensa que oculte mis sentimientos cuando me hieren.
Y en aquella ocasión, mientras la escuchaba escupir los insultos más hirientes contra las personas que más quería (que, al ser mi mejor amiga, sabía quiénes eran y cómo atestar la puñalada, créanme), no me revolví como un depredador herido para devolverle el golpe, como habría sido habitual.
No.
Callé y escuché hasta que ella escupió todo el veneno que tenía dentro sobre mis seres queridos.
TODOS.
Y mientras lo hacía, vi a alguien solo. No herido, sino ofendido porque yo no la adoraba como si fuera una diosa.
Como si ella se lo mereciera.
Y entonces vinieron a mi mente ciertas advertencias de aquella gente que estaba poniendo a parir y que, a diferencia de ella, sí me querían, y no de un modo enfermizo como ella.
Pero no fue algo racional, lo admito.
Yo nunca lo he sido.
De un modo instintivo, supe que lo que ella quería era sangre o sumisión.
Y no le dí ninguna de las dos cosas.
Ni siquiera recuerdo cómo me largué de allí, probablemente en silencio y como si no hubiese pasado nada mientras ella pensaba que se había salido con la suya.
Pero el hecho es que nunca volvió a saber de mí.
Lo que sí recuerdo son todas las frases de nuestros amigos comunes que la ponían en un altar por su bondad y su altruismo cuando delante de mí tenía la prueba de que era la víbora más venenosa de todas.
Ella no es de las que se manchan las manos.
Es de las que lanzan la piedra y esconden la mano.
De las que ponen cara de ángel y dejan que culpen a los demás después de haber envenenado la mente de todos los que están a su alrededor.
Que no conservase ni una sola amiga de la infancia, instituto o facultad me debería haber dejado alguna pista, pero, ¿quién iba a imaginárselo después de conocerla durante casi diez años?
Exactamente eso era lo que había hecho conmigo durante los años que llevábamos juntas: dejarme actuar con mi carácter impetuoso y dejar que yo cargase con la fama de borde (algo que jamás me ha molestado), mientras ella se llevaba la parte de mimosa y sumisa...
Ya.
Bueno.
No voy a culparla por la infancia que tuvo del mismo modo que no voy a usarlo de atenuante. Sé muy bien que el odio porque se cree invisible en su familia le lleva a envenenar todo lo que la rodea. Pero después de presenciar su hogar, de conocer a sus padres, empiezo a pensar que el angelito se convirtió en demonio, que se parece peligrosamente a cierta bruja que tengo que aguantar muy de cerca, pero con un veneno infinitamente más letal.
Me desentendí y supongo que ella, en su orgullo, dio por sentado que volvería arrastrándome a ella.
Ni en sus mejores sueños.
La realidad a día de hoy es que, a pesar de mi carácter directo, a pesar de que yo fui quien se llevó los conflictos que ella me endosaba, la gente sigue preguntándole por mí cinco años después cuando sale.
Lo que ni por asomo me esperaba es que se doblegase para dejarme caer que deberíamos quedar.
Por supuesto, ella no ha dicho nada más.
Que el infierno se congele antes de que admita sus propios pecados.
Yo, desde luego, tenía muy claro que tenderme esa mano, o era para darme otra puñalada por la espalda, o era otro modo de quedar bien. O sencillamente no tenía a nadie con la que continuar su modo de vida. De cualquier modo, cuando le contesté aquel manido "sí, sí, claro. Ya dirás cuando" y ella no contestó, quedó claro que no iba a suceder.
No sin que yo pidiera su sangre.
Y ella lo sabía.
Porque, aunque no lo sepa a ciencia cierta, la conozco tan bien como ella a mí cuando me destripó verbalmente a todos mis seres queridos delante de mí.
Sé que ha seguido malmetiendo.
Sino, mis amigas me habrían seguido llamando.
Y mis amigos.
Y sé, intuyo, que ha ido más allá.
Y ella no tiene ni puta idea, pero mi ira, cuando se me provoca, de verdad, cuando alguien me declara la guerra de una forma tan brutal, tan insidiosa, cuando me hace perderlo todo...
Oh, no.
No es una ira visceral.
Porque, de un modo sistemático y visceral, en el momento en que tocó a ciertas personas, en cuanto me demostró "cuánto le importaba yo" de verdad, dejó de importarme ella. Y entonces, cuando no me importa mi enemigo, entonces sí soy fría.
Jodidamente mala.
Y, sobre todo, paciente.
No rencorosa, sino que siempre he pensado que lo que una vez me dijo ella era muy cierto: "para vengarte sólo tienes que sentarte y esperar". Un arte que, con su ácida discordia logró muy bien hacerse con una imagen de niña buena.
Lástima que yo no lo sea.
Y a veces es verdad: sólo tienes que sentarte a esperar cinco años y verás a tus enemigos arrastrarte hasta ti.
Bueno, enemigo es darle demasiada importancia.
A estas alturas es sólo un mosquito que se ha estrellado en el parabrisas del Opel Corsa que, joder, aún se me resiste. Quiero más al Opel Corsa que a ella. Simplemente me hace gracia que ahora, cinco años después, me deje caer depende qué cosas sin corregir su actitud altanera porque no tiene a nadie con quien salir cuando sé perfectamente la estrategia que sigue cuando lo hace. Sencillamente deseo que no tenga descendencia.
Las víboras no deberían hacerlo.
¿En qué puto momento la vi como mi angelito? Hay que joderse. ¿Cómo no le olí el azufre ni le vi los cuernos?
Aunque sé que mis emociones con respecto a ella no me dejaban ver cómo era realmente... No, en realidad, nunca, jamás se mostró tal cual era conmigo. Se cuidó muy mucho. Como una pantera negra esquivando la luz de la luna en la oscuridad de un bosque por la noche cuando da caza a su presa.
Y yo, ilusa de mí, después de tantos años conociéndola, creí que no me daría un zarpazo por la espalda.
Es curioso, uno piensa que años de cercanía y amistad significan confianza.
O tal vez las peores sombras esperan a que ese lazo se forje para dar un buen zarpazo.
Pero la realidad es que sé lo que hizo saltar por los aires ese vínculo que teníamos: celos.
Unos celos atroces y enfermizos que ni siquiera una pareja mostraría.
Cuando le demostré que había alguien a quien quería más que a ella, a pesar de que mi lealtad, mi amistad por ella jamás se vería afectada por ese vínculo, y eso era un hecho que había demostrado infinitas veces (¿quién no mantiene sus vínculos con sus mejores amigas a pesar de querer a un hombre?), me clavó la puñalada más trapera que he conocido jamás.
Y he conocido muchas, lo crean o no.
Tal vez he de dar gracias de haber conocido en el pasado a cierta ninfa que me hizo sangrar de formas indecibles para que en ese preciso momento no le demostrase mi dolor. Sé a ciencia cierta que mi forma de ser es muy extremista, pero aquella reacción, a día de hoy, sé que fue demasiado fría incluso para mí.
Para mí no hay mecanismo de defensa que oculte mis sentimientos cuando me hieren.
Y en aquella ocasión, mientras la escuchaba escupir los insultos más hirientes contra las personas que más quería (que, al ser mi mejor amiga, sabía quiénes eran y cómo atestar la puñalada, créanme), no me revolví como un depredador herido para devolverle el golpe, como habría sido habitual.
No.
Callé y escuché hasta que ella escupió todo el veneno que tenía dentro sobre mis seres queridos.
TODOS.
Y mientras lo hacía, vi a alguien solo. No herido, sino ofendido porque yo no la adoraba como si fuera una diosa.
Como si ella se lo mereciera.
Y entonces vinieron a mi mente ciertas advertencias de aquella gente que estaba poniendo a parir y que, a diferencia de ella, sí me querían, y no de un modo enfermizo como ella.
Pero no fue algo racional, lo admito.
Yo nunca lo he sido.
De un modo instintivo, supe que lo que ella quería era sangre o sumisión.
Y no le dí ninguna de las dos cosas.
Ni siquiera recuerdo cómo me largué de allí, probablemente en silencio y como si no hubiese pasado nada mientras ella pensaba que se había salido con la suya.
Pero el hecho es que nunca volvió a saber de mí.
Lo que sí recuerdo son todas las frases de nuestros amigos comunes que la ponían en un altar por su bondad y su altruismo cuando delante de mí tenía la prueba de que era la víbora más venenosa de todas.
Ella no es de las que se manchan las manos.
Es de las que lanzan la piedra y esconden la mano.
De las que ponen cara de ángel y dejan que culpen a los demás después de haber envenenado la mente de todos los que están a su alrededor.
Que no conservase ni una sola amiga de la infancia, instituto o facultad me debería haber dejado alguna pista, pero, ¿quién iba a imaginárselo después de conocerla durante casi diez años?
Exactamente eso era lo que había hecho conmigo durante los años que llevábamos juntas: dejarme actuar con mi carácter impetuoso y dejar que yo cargase con la fama de borde (algo que jamás me ha molestado), mientras ella se llevaba la parte de mimosa y sumisa...
Ya.
Bueno.
No voy a culparla por la infancia que tuvo del mismo modo que no voy a usarlo de atenuante. Sé muy bien que el odio porque se cree invisible en su familia le lleva a envenenar todo lo que la rodea. Pero después de presenciar su hogar, de conocer a sus padres, empiezo a pensar que el angelito se convirtió en demonio, que se parece peligrosamente a cierta bruja que tengo que aguantar muy de cerca, pero con un veneno infinitamente más letal.
Me desentendí y supongo que ella, en su orgullo, dio por sentado que volvería arrastrándome a ella.
Ni en sus mejores sueños.
La realidad a día de hoy es que, a pesar de mi carácter directo, a pesar de que yo fui quien se llevó los conflictos que ella me endosaba, la gente sigue preguntándole por mí cinco años después cuando sale.
Lo que ni por asomo me esperaba es que se doblegase para dejarme caer que deberíamos quedar.
Por supuesto, ella no ha dicho nada más.
Que el infierno se congele antes de que admita sus propios pecados.
Yo, desde luego, tenía muy claro que tenderme esa mano, o era para darme otra puñalada por la espalda, o era otro modo de quedar bien. O sencillamente no tenía a nadie con la que continuar su modo de vida. De cualquier modo, cuando le contesté aquel manido "sí, sí, claro. Ya dirás cuando" y ella no contestó, quedó claro que no iba a suceder.
No sin que yo pidiera su sangre.
Y ella lo sabía.
Porque, aunque no lo sepa a ciencia cierta, la conozco tan bien como ella a mí cuando me destripó verbalmente a todos mis seres queridos delante de mí.
Sé que ha seguido malmetiendo.
Sino, mis amigas me habrían seguido llamando.
Y mis amigos.
Y sé, intuyo, que ha ido más allá.
Y ella no tiene ni puta idea, pero mi ira, cuando se me provoca, de verdad, cuando alguien me declara la guerra de una forma tan brutal, tan insidiosa, cuando me hace perderlo todo...
Oh, no.
No es una ira visceral.
Porque, de un modo sistemático y visceral, en el momento en que tocó a ciertas personas, en cuanto me demostró "cuánto le importaba yo" de verdad, dejó de importarme ella. Y entonces, cuando no me importa mi enemigo, entonces sí soy fría.
Jodidamente mala.
Y, sobre todo, paciente.
No rencorosa, sino que siempre he pensado que lo que una vez me dijo ella era muy cierto: "para vengarte sólo tienes que sentarte y esperar". Un arte que, con su ácida discordia logró muy bien hacerse con una imagen de niña buena.
Lástima que yo no lo sea.
Y a veces es verdad: sólo tienes que sentarte a esperar cinco años y verás a tus enemigos arrastrarte hasta ti.
Bueno, enemigo es darle demasiada importancia.
A estas alturas es sólo un mosquito que se ha estrellado en el parabrisas del Opel Corsa que, joder, aún se me resiste. Quiero más al Opel Corsa que a ella. Simplemente me hace gracia que ahora, cinco años después, me deje caer depende qué cosas sin corregir su actitud altanera porque no tiene a nadie con quien salir cuando sé perfectamente la estrategia que sigue cuando lo hace. Sencillamente deseo que no tenga descendencia.
Las víboras no deberían hacerlo.
¿En qué puto momento la vi como mi angelito? Hay que joderse. ¿Cómo no le olí el azufre ni le vi los cuernos?
Dije, digo, Diego.
Oh, sí, la vida es jodidamente corta.
Y yo me la paso hablando por el fijo, moliendo café... El Playmobil es muy consciente de cuánto me implico en mis tareas (y, muy probablemente, el único que se ría el chiste; no es para menos, se lo he dedicado).
La verdad es que no me considero una persona muy constante.
Yo soy de ese tipo de personas que vive en continuos ciclos (lunares, para más señas, algo poco sano para la salud mental de los que me rodean, porque también mi genio y mi humor son una jodida veleta; digamos que no soy apta para cardíacos y/o pusilánimes), así que vivo en un constante ir y venir de etapas en las que no entro en casa ni por el forro o no salgo ni para comprar el pan... Tampoco como mucho pan, todo sea dicho, por no decir prácticamente nada, así que pueden hacerse una idea de mi extremismo.
Extremista es la palabra que probablemente mejor me define. No tengo muchos grises para prácticamente nada, y mi vida diaria no escapa al adjetivo.
En una de mis etapas de vida contemplativa y cartuja, forzada por propia voluntad, todo sea dicho, no dejo de preguntarme cómo otras personas se vuelven medio locas cuando pasan encerradas en casa uno o dos días seguidos sin salir (y no hablo de mi amiga Raquel, que es un jodido huracán que apenas duerme cinco horas y no para en todo el día fuera ni dentro de casa, sino de una persona normal y corriente y, si me apuran, incluso del oso en hibernación de mi padre, que ahora jubilado sin otro pito que hacer que tocarse las narices a placer, sale como mínimo tres veces al día de casa), cuando yo fácilmente me paso siete y sigo tan fresca e incluso refunfuño cuando tengo que salir por causas de fuerza mayor. Véase: comprar tabaco, comida, cervezas o chocolate.
En pocas palabras, no me encuentro incómoda con la soledad, ni mucho menos con largos periodos de aislamiento.
Sin embargo, soy muy consciente de que el tiempo más allá de las cristaleras del salón sigue pasando... Vale, soy consciente vagamente. O en algún momento de reflexión y horror cuando me doy cuenta del día que es.
Más de una persona se echa las manos a la cabeza y me tacha de loca, 'que estoy perdiendo el tiempo', dicen.
¿Perdón? El tiempo lo perderás tú, porque yo, taxativamente NO.
Puedo no pisar la calle, de acuerdo, pero... ¿Perder el tiempo?
Por el amor de Dios, ¿saben ustedes cuántas cosas se pueden hacer desde casa sin moverse? Me apuesto el sueldo que no tengo a que no tienen ni idea. Es más, me apuesto la paga extra que tampoco tengo a que, si se quedasen encerrados en casa por causas de fuerza mayor, les daría un ataque de histeria o se quedarían en el sofá fabricando concienzudamente un hueco inamovible con la forma de su culo como Homer Simpson.
Queridos...
Qué. Poca. Imaginación.
Francamente, mi mundo interior es lo suficientemente rico como para permanecer en casa y no echar de menos el salir por un sencillo motivo: no me aburro. Siempre encuentro algo que hacer, siempre encuentro la forma de divertirme, siempre encuentro la forma de reírme, siempre tengo alguien con quién hablar, siempre encuentro la forma de reflexionar sobre algo importante o de solucionar mil entuertos sin necesidad de salir de casa (créanme, cuando tienen que convivir con un cierzo de la leche y una lluvia del copón, es francamente útil), aunque esté sola.
Perdonen mi soberbia, pero los que no tienen ni idea son ustedes. Sí, sí, ustedes, los que me tachan de loca que no sale a la calle.
¿Se han planteado que tal vez, sólo tal vez, no salga porque no quiero?
Estoy hasta los mismísimos cojones, que, para variar, tampoco tengo, físicamente hablando.
Aquellos que piensan que no tengo vida social, que no estoy bien de la cabeza, que estoy enferma... ¿Se habrán planteado alguna vez que a mí no me falta de nada a pesar de todo? ¿Que tal vez, sólo tal vez, los faltos de imaginación y recursos son ellos?
Oh, por Dios, váyanse a la mierda, queridos. Tal vez así se den cuenta de cómo huele todo lo que se cuece en sus cerebros... Se llaman prejuicios. Y más cosas nada agradables.
¿Juzgo yo a aquellos que no entran en casa ni cuando graniza? Por supuesto que no, porque yo a veces también lo hago.
Francamente, pienso que son un poco cortos de miras.
Entiendo que hay personas que sencillamente son demasiado activas para hacer algo así. ¿Se han planteado que hay personas que SÍ pueden hacerlo?
Odio los jodidos juicios de valor cuando la gente no tiene ni puta idea.
He dicho.
Ah.
Y estoy hasta los cojones, también.
He dicho.
Si no me apetece salir y no tengo ninguna necesidad de hacerlo, díganme, ¿POR QUÉ COÑO DEBERÍA HACERLO?
Desde luego, lo que más pena me da es la gente que es incapaz de empatizar, de comprender o de aceptar que pueda haber una opinión aparte de la propia que también es válida y que eso de las verdades universales no siempre funciona con el puñetero y heterogéneo ser humano.
Virgen Santa, cuánto lerdo y soberbio hay por el mundo.
Y qué ganas de darles alguna que otra guantada en la boca...
Como si yo no supiera qué quiero en esta jodida vida y viviera en la inopia sin saber lo que hay en este mundo a mis treinta y cuatro años. Hay que joderse...
Lo que me lleva a pensar... Que son ellos los que no saben en absoluto quiénes son, qué quieren y qué pueden esperarse de este mundo.
Y de eso, SÍ que tengo.
Y yo me la paso hablando por el fijo, moliendo café... El Playmobil es muy consciente de cuánto me implico en mis tareas (y, muy probablemente, el único que se ría el chiste; no es para menos, se lo he dedicado).
La verdad es que no me considero una persona muy constante.
Yo soy de ese tipo de personas que vive en continuos ciclos (lunares, para más señas, algo poco sano para la salud mental de los que me rodean, porque también mi genio y mi humor son una jodida veleta; digamos que no soy apta para cardíacos y/o pusilánimes), así que vivo en un constante ir y venir de etapas en las que no entro en casa ni por el forro o no salgo ni para comprar el pan... Tampoco como mucho pan, todo sea dicho, por no decir prácticamente nada, así que pueden hacerse una idea de mi extremismo.
Extremista es la palabra que probablemente mejor me define. No tengo muchos grises para prácticamente nada, y mi vida diaria no escapa al adjetivo.
En una de mis etapas de vida contemplativa y cartuja, forzada por propia voluntad, todo sea dicho, no dejo de preguntarme cómo otras personas se vuelven medio locas cuando pasan encerradas en casa uno o dos días seguidos sin salir (y no hablo de mi amiga Raquel, que es un jodido huracán que apenas duerme cinco horas y no para en todo el día fuera ni dentro de casa, sino de una persona normal y corriente y, si me apuran, incluso del oso en hibernación de mi padre, que ahora jubilado sin otro pito que hacer que tocarse las narices a placer, sale como mínimo tres veces al día de casa), cuando yo fácilmente me paso siete y sigo tan fresca e incluso refunfuño cuando tengo que salir por causas de fuerza mayor. Véase: comprar tabaco, comida, cervezas o chocolate.
En pocas palabras, no me encuentro incómoda con la soledad, ni mucho menos con largos periodos de aislamiento.
Sin embargo, soy muy consciente de que el tiempo más allá de las cristaleras del salón sigue pasando... Vale, soy consciente vagamente. O en algún momento de reflexión y horror cuando me doy cuenta del día que es.
Más de una persona se echa las manos a la cabeza y me tacha de loca, 'que estoy perdiendo el tiempo', dicen.
¿Perdón? El tiempo lo perderás tú, porque yo, taxativamente NO.
Puedo no pisar la calle, de acuerdo, pero... ¿Perder el tiempo?
Por el amor de Dios, ¿saben ustedes cuántas cosas se pueden hacer desde casa sin moverse? Me apuesto el sueldo que no tengo a que no tienen ni idea. Es más, me apuesto la paga extra que tampoco tengo a que, si se quedasen encerrados en casa por causas de fuerza mayor, les daría un ataque de histeria o se quedarían en el sofá fabricando concienzudamente un hueco inamovible con la forma de su culo como Homer Simpson.
Queridos...
Qué. Poca. Imaginación.
Uno de los placeres de vivir solo y tener sentido del humor suficiente como para divertirse solo: el karaoke sin vergüenza a lo Risky Business. Aprendan, coño... |
Perdonen mi soberbia, pero los que no tienen ni idea son ustedes. Sí, sí, ustedes, los que me tachan de loca que no sale a la calle.
¿Se han planteado que tal vez, sólo tal vez, no salga porque no quiero?
Estoy hasta los mismísimos cojones, que, para variar, tampoco tengo, físicamente hablando.
Aquellos que piensan que no tengo vida social, que no estoy bien de la cabeza, que estoy enferma... ¿Se habrán planteado alguna vez que a mí no me falta de nada a pesar de todo? ¿Que tal vez, sólo tal vez, los faltos de imaginación y recursos son ellos?
Oh, por Dios, váyanse a la mierda, queridos. Tal vez así se den cuenta de cómo huele todo lo que se cuece en sus cerebros... Se llaman prejuicios. Y más cosas nada agradables.
¿Juzgo yo a aquellos que no entran en casa ni cuando graniza? Por supuesto que no, porque yo a veces también lo hago.
Francamente, pienso que son un poco cortos de miras.
Entiendo que hay personas que sencillamente son demasiado activas para hacer algo así. ¿Se han planteado que hay personas que SÍ pueden hacerlo?
Odio los jodidos juicios de valor cuando la gente no tiene ni puta idea.
He dicho.
Ah.
Y estoy hasta los cojones, también.
He dicho.
Si no me apetece salir y no tengo ninguna necesidad de hacerlo, díganme, ¿POR QUÉ COÑO DEBERÍA HACERLO?
Desde luego, lo que más pena me da es la gente que es incapaz de empatizar, de comprender o de aceptar que pueda haber una opinión aparte de la propia que también es válida y que eso de las verdades universales no siempre funciona con el puñetero y heterogéneo ser humano.
Virgen Santa, cuánto lerdo y soberbio hay por el mundo.
Y qué ganas de darles alguna que otra guantada en la boca...
Como si yo no supiera qué quiero en esta jodida vida y viviera en la inopia sin saber lo que hay en este mundo a mis treinta y cuatro años. Hay que joderse...
Lo que me lleva a pensar... Que son ellos los que no saben en absoluto quiénes son, qué quieren y qué pueden esperarse de este mundo.
Y de eso, SÍ que tengo.
El Ebro y su juerga
Como todos los años, el Ebro llega y... Y se desborda.
Es así de chulo.
No le basta con ser el río más caudaloso de España, le gusta salirse de madre. Debe ser que, ya que él fue quien nos dio nombre (península ibérica... No me hagan ponerme en plan profesora de historia, simplemente googleen o váyanse a indagar a una biblioteca), todos los años hace honor a ese carácter español de desmadre y locura y va, y se desmelena.
Este año, no ha sido para menos. Que se lo pregunten a los habitantes de Miranda de Ebro, pobre gente...
Yo tengo la suerte de vivir en una ciudad por la que dicho río pasa con elegancia y fuerza. Sin embargo, nunca lo he visto desbordarse por el margen del Pilar, algo que, sin duda, me resulta gracioso o, como mínimo, curioso.
Como dice un amigo: lo tenemos todo cubierto, aunque llegue al Pilar, tenemos a la virgen subida bien alta sobre un pilarcico para que no le llegue el agua (léase con acento maño, por supuesto).
En fin, cómo no, ante las noticias del desbordamiento anual del Ebro, media Zaragoza, si no más, ha ido hoy a verlo y a sacar fotos. Yo entre ellos. Y es que hay pocas cosas tan impresionantes como la naturaleza.
Aquí les dejo mis fotos para que vean cómo amenaza el agua.
Ya saben, doble click para verlas más grandes.
Y, para los curiosos, les dejo un enlace que he encontrado de casualidad en el que se recogen los distintos puentes que cruzan el Ebro a lo largo de la ciudad de Zaragoza (así, de paso, verán la diferencia con el caudal normal y, si tienen más curiosidad, el blog al que les remito recoge TODOS los puentes del río Ebro):
Puentes del Ebro al paso por Zaragoza
En fin, corazones, les dejo. Mañana espero amanecer con nieves.
Es así de chulo.
No le basta con ser el río más caudaloso de España, le gusta salirse de madre. Debe ser que, ya que él fue quien nos dio nombre (península ibérica... No me hagan ponerme en plan profesora de historia, simplemente googleen o váyanse a indagar a una biblioteca), todos los años hace honor a ese carácter español de desmadre y locura y va, y se desmelena.
Este año, no ha sido para menos. Que se lo pregunten a los habitantes de Miranda de Ebro, pobre gente...
Yo tengo la suerte de vivir en una ciudad por la que dicho río pasa con elegancia y fuerza. Sin embargo, nunca lo he visto desbordarse por el margen del Pilar, algo que, sin duda, me resulta gracioso o, como mínimo, curioso.
Como dice un amigo: lo tenemos todo cubierto, aunque llegue al Pilar, tenemos a la virgen subida bien alta sobre un pilarcico para que no le llegue el agua (léase con acento maño, por supuesto).
En fin, cómo no, ante las noticias del desbordamiento anual del Ebro, media Zaragoza, si no más, ha ido hoy a verlo y a sacar fotos. Yo entre ellos. Y es que hay pocas cosas tan impresionantes como la naturaleza.
Aquí les dejo mis fotos para que vean cómo amenaza el agua.
Ya saben, doble click para verlas más grandes.
El margen del Arrabal... Pasado por agua. El soporte de la pasarela podrían habilitarlo de trampolín para los valientes... |
El Puente de Piedra. Mi favorito. Normalmente, esas arcadas tienen más pinta de U invertida... |
Ésta es la prueba de que gané mi apuesta. El Náutico NO se lo ha llevado el Ebro. Sigue ahí, sobreviviendo bajo el Pilar. |
El caudal llevándose las arcadas del Puente de Santiago. La verdad es que cuando pasas por el puente y miras hacia abajo... Acojona. |
Y, para los curiosos, les dejo un enlace que he encontrado de casualidad en el que se recogen los distintos puentes que cruzan el Ebro a lo largo de la ciudad de Zaragoza (así, de paso, verán la diferencia con el caudal normal y, si tienen más curiosidad, el blog al que les remito recoge TODOS los puentes del río Ebro):
Puentes del Ebro al paso por Zaragoza
En fin, corazones, les dejo. Mañana espero amanecer con nieves.
La voz. Principio y fin.
Dicen que, en los recuerdos, lo primero que se pierde es el sonido de la voz de la persona que has dejado de ver, por el motivo que sea.
Es el primer paso para que ese recuerdo empiece a deteriorarse.
A descomponerse.
A destruirse.
A borrarse.
Hay muchas personas que he perdido a lo largo de mi vida y, sorprendentemente, puedo decir que eso es cierto, porque, ya sea porque soy un culo de mal asiento, porque tengo la tendencia de desaparecer o intovertirme de un modo enfermizo cuando sé que soy insoportable y no quiero que nadie más que yo lidie con mis demonios, o porque sencillamente hay personas con las que me siento tan decepcionada que sencillamente no les doy opción a volver a mí, puedo decir que hay muchas personas a las que no he vuelto a ver a lo largo de mi vida.
Sin embargo, también soy increíblemente emocional y, cuando alguien me toca el corazoncito, no lo olvido. Y cuando digo que no lo olvido, es que ni siquiera olvido su voz.
Lo gracioso del asunto es que hay personas cuya existencia había olvidado, literalmente, y sin embargo, aunque ni siquiera recuerdo sus nombres, ver una foto, recuperar un mínimo recuerdo... Y ahí está, su voz.
Odio, amor, amistad...
Todos esos sentimientos me hacen recordar detalles que... Sí, ahí está, su voz.
Y sin embargo, hay personas cuya presencia nunca ha llegado a arraigar en mí y que... Su voz no existe dentro de mí.
No puedo.
Soy incapaz.
Es como si no pudieran hablar en mis recuerdos.
Mudos.
Supongo que dice mucho de mí que la persona que ahora mismo me venga a la cabeza sea mi último ex.
Sí, me hizo mucho daño, pero no más que otros, con lo cual me planteo si realmente tuve sentimientos por él.
La respuesta es clara.
No.
Creí tenerlos.
Pero no los tuve.
Es gracioso, porque recuerdo la risa siempre divertida de Patricia, recuerdo perfectamente los gruñidos de mi abuelo cuando perdía el Zaragoza o los lamentos de mi abuela cuando veía a un torero que lo pillaba el toro (jamás me pregunten por qué le gustaba ver los toros mientras hacía punto, porque ella decía que no le gustaban...). Recuerdo incluso los comentarios sarcásticos en extremo de Jordi o el tono airado de Pili cuando perdía una recepción en voleybol (lo malo de ser receptora en voley es que siempre, la otra receptora, es un camionero... Al menos, todas mis compañeras lo fueron). Y recuerdo los dardos envenenados de Andrea. O los lamentos de Eva.
Y todas las personas que he nombrado no las veo desde hace quince o dieciocho años.
¿Por qué soy incapaz de recordar a mi ex, si lo vi en el 2010? Estuve con él y su nuevo ligue en uno de los garitos de Zaragoza, lo recuerdo a la perfección y, sin embargo... No su voz.
Se ha desvanecido.
Fácil respuesta, porque dejó de importarme su recuerdo.
Dejó de importarme él.
Dicen que los cáncer tendemos a vivir en el pasado. Yo no estoy de acuerdo, no es que vivamos en el pasado, es que el pasado nos está muy presente. Nos pesa.
Eso es bueno.
Y malo.
En este tema, para mí, es bueno.
Pone de relieve sentimientos y sensaciones que, de otro modo, no sería consciente de tener. Porque, por si no lo saben, nado en emociones. Como todos los cáncer.
Sin embargo, hay un recuerdo que no me deja.
Y yo no quiero que lo haga, todo hay que decirlo.
Él.
Siempre él.
Todo él.
No es sólo que recuerde su voz, sino que lo recuerdo todo, TODO, como si lo estuviese sintiendo en ese preciso instante.
Su voz siempre con ese puntito de diversión, su media sonrisa entre traviesa y soñadora, su mirada verde perdida, como si estuviera en otro lugar al que me gustaría ir con él. Y su forma de tocarme cuando me cogía por la cintura... Ni siquiera puedo describirlo... Sigo sintiendo escalofríos al recordarlo, porque es como si volviese a sentirlo.
Miento.
Lo siento.
Pero no es él, falta algo.
Él.
Él va más allá de todos mis recuerdos.
Él siempre será...
Él.
No importa lo que haga. No importa lo lejos que esté. No importa nada. Porque siempre será importante para mí. Siempre lo reviviré en mis recuerdos de una forma especialmente vívida, porque para mí siempre será la persona más importante, aunque no esté ahí para mí... Nunca va a haber nadie como él para mí. Y supongo que lo supe incluso antes de conocerlo, aunque fuera de una forma extraña y en ese momento no fuese consciente...
Es duro. Es jodidamente duro no tenerlo cuando es todo lo que deseas, todo lo que buscas, todo lo que...
Él es todo.
Y lo echo de menos de una forma dolorosa.
Y sin embargo, siempre está ahí.
Es... Tan jodidamente frustrante...
Y sí.
Ya lo sabían.
Estoy un poco loca, pero quédense con el mensaje de post: ¿recuerdan o no recuerdan la voz de esa persona que dicen ser importante para ustedes?
Es el primer paso para que ese recuerdo empiece a deteriorarse.
A descomponerse.
A destruirse.
A borrarse.
Hay muchas personas que he perdido a lo largo de mi vida y, sorprendentemente, puedo decir que eso es cierto, porque, ya sea porque soy un culo de mal asiento, porque tengo la tendencia de desaparecer o intovertirme de un modo enfermizo cuando sé que soy insoportable y no quiero que nadie más que yo lidie con mis demonios, o porque sencillamente hay personas con las que me siento tan decepcionada que sencillamente no les doy opción a volver a mí, puedo decir que hay muchas personas a las que no he vuelto a ver a lo largo de mi vida.
Sin embargo, también soy increíblemente emocional y, cuando alguien me toca el corazoncito, no lo olvido. Y cuando digo que no lo olvido, es que ni siquiera olvido su voz.
Lo gracioso del asunto es que hay personas cuya existencia había olvidado, literalmente, y sin embargo, aunque ni siquiera recuerdo sus nombres, ver una foto, recuperar un mínimo recuerdo... Y ahí está, su voz.
Odio, amor, amistad...
Todos esos sentimientos me hacen recordar detalles que... Sí, ahí está, su voz.
Y sin embargo, hay personas cuya presencia nunca ha llegado a arraigar en mí y que... Su voz no existe dentro de mí.
No puedo.
Soy incapaz.
Es como si no pudieran hablar en mis recuerdos.
Mudos.
Supongo que dice mucho de mí que la persona que ahora mismo me venga a la cabeza sea mi último ex.
Sí, me hizo mucho daño, pero no más que otros, con lo cual me planteo si realmente tuve sentimientos por él.
La respuesta es clara.
No.
Creí tenerlos.
Pero no los tuve.
Es gracioso, porque recuerdo la risa siempre divertida de Patricia, recuerdo perfectamente los gruñidos de mi abuelo cuando perdía el Zaragoza o los lamentos de mi abuela cuando veía a un torero que lo pillaba el toro (jamás me pregunten por qué le gustaba ver los toros mientras hacía punto, porque ella decía que no le gustaban...). Recuerdo incluso los comentarios sarcásticos en extremo de Jordi o el tono airado de Pili cuando perdía una recepción en voleybol (lo malo de ser receptora en voley es que siempre, la otra receptora, es un camionero... Al menos, todas mis compañeras lo fueron). Y recuerdo los dardos envenenados de Andrea. O los lamentos de Eva.
Y todas las personas que he nombrado no las veo desde hace quince o dieciocho años.
¿Por qué soy incapaz de recordar a mi ex, si lo vi en el 2010? Estuve con él y su nuevo ligue en uno de los garitos de Zaragoza, lo recuerdo a la perfección y, sin embargo... No su voz.
Se ha desvanecido.
Fácil respuesta, porque dejó de importarme su recuerdo.
Dejó de importarme él.
Dicen que los cáncer tendemos a vivir en el pasado. Yo no estoy de acuerdo, no es que vivamos en el pasado, es que el pasado nos está muy presente. Nos pesa.
Eso es bueno.
Y malo.
En este tema, para mí, es bueno.
Pone de relieve sentimientos y sensaciones que, de otro modo, no sería consciente de tener. Porque, por si no lo saben, nado en emociones. Como todos los cáncer.
Sin embargo, hay un recuerdo que no me deja.
Y yo no quiero que lo haga, todo hay que decirlo.
Él.
Siempre él.
Todo él.
No es sólo que recuerde su voz, sino que lo recuerdo todo, TODO, como si lo estuviese sintiendo en ese preciso instante.
Su voz siempre con ese puntito de diversión, su media sonrisa entre traviesa y soñadora, su mirada verde perdida, como si estuviera en otro lugar al que me gustaría ir con él. Y su forma de tocarme cuando me cogía por la cintura... Ni siquiera puedo describirlo... Sigo sintiendo escalofríos al recordarlo, porque es como si volviese a sentirlo.
Miento.
Lo siento.
Pero no es él, falta algo.
Él.
Él va más allá de todos mis recuerdos.
Él siempre será...
Él.
No importa lo que haga. No importa lo lejos que esté. No importa nada. Porque siempre será importante para mí. Siempre lo reviviré en mis recuerdos de una forma especialmente vívida, porque para mí siempre será la persona más importante, aunque no esté ahí para mí... Nunca va a haber nadie como él para mí. Y supongo que lo supe incluso antes de conocerlo, aunque fuera de una forma extraña y en ese momento no fuese consciente...
Es duro. Es jodidamente duro no tenerlo cuando es todo lo que deseas, todo lo que buscas, todo lo que...
Él es todo.
Y lo echo de menos de una forma dolorosa.
Y sin embargo, siempre está ahí.
Es... Tan jodidamente frustrante...
Y sí.
Ya lo sabían.
Estoy un poco loca, pero quédense con el mensaje de post: ¿recuerdan o no recuerdan la voz de esa persona que dicen ser importante para ustedes?
Palabras que empiezan con A: Adicción, Amell, Amor... ¡¡ARROW!!
Hay que conocerme un poquito para saber hasta qué punto soy una mujer adicta... Al chocolate, por ejemplo.
No es amor.
Ni obsesión.
Ni siquiera una adicción.
Roza la enfermedad, lo admito abiertamente.
Y no es lo único a lo que me declaro adicta, por supuesto, hay muchas cosas más.
¿Para qué negarlo? Todos tenemos nuestros pequeños y grandes vicios.
Hoy por hoy, tengo un vicio que añadir a los ya existentes.
Y es que Arrow ha vuelto de su pausa invernal (en EEUU, por supuesto, aquí tendremos que esperar hasta el verano para ver la tercera temporada entera en abierto, como todos los puñeteros años, pero en cuanto a mis vicios no tengo en absoluto mi característica, interminable y eterna paciencia).
Oh, Dios, adoro a Oliver Queen (vale, a Stephen Amell, también). Así que voy a poner mi granito de arena para engancharles a mi particular droga. ¿Quién no se quedaría enganchado de esa arrogancia? ¿De esas caras de póker? ¿De esas miradas que...? *escalofrío*
Les dejo la promo de la tercera temporada y mientras, yo me voy a tomar mi dosis diaria de Arrow *suspiros* (sí, tengo la serie al completo... ¿Qué pasa?).
Disfruten. Y lo siento, no la he encontrado subtitulada.
No es amor.
Ni obsesión.
Ni siquiera una adicción.
Roza la enfermedad, lo admito abiertamente.
Y no es lo único a lo que me declaro adicta, por supuesto, hay muchas cosas más.
¿Para qué negarlo? Todos tenemos nuestros pequeños y grandes vicios.
Hoy por hoy, tengo un vicio que añadir a los ya existentes.
Y es que Arrow ha vuelto de su pausa invernal (en EEUU, por supuesto, aquí tendremos que esperar hasta el verano para ver la tercera temporada entera en abierto, como todos los puñeteros años, pero en cuanto a mis vicios no tengo en absoluto mi característica, interminable y eterna paciencia).
Oh, Dios, adoro a Oliver Queen (vale, a Stephen Amell, también). Así que voy a poner mi granito de arena para engancharles a mi particular droga. ¿Quién no se quedaría enganchado de esa arrogancia? ¿De esas caras de póker? ¿De esas miradas que...? *escalofrío*
Les dejo la promo de la tercera temporada y mientras, yo me voy a tomar mi dosis diaria de Arrow *suspiros* (sí, tengo la serie al completo... ¿Qué pasa?).
Disfruten. Y lo siento, no la he encontrado subtitulada.
Dormir o perder el juicio, he ahí la cuestión (Shakespeare... ¿no?)
Es curioso cómo altera nuestro ánimo el simple hecho de dormir.
Y no me refiero simplemente a descansar, que ya tiene lo suyo (no sé si han probado a pasar una noche en blanco y largarse a trabajar; simplemente les diré que no se lo aconsejo), sino al hecho de soñar.
Los sueños...
Unos dicen que son las proyecciones de nuestros deseos y anhelos, y de nuestros miedos y temores. Otros dicen que el cerebro reúne las piezas sueltas de todos los recuerdos del día, aquellas cosas que nuestra mente consciente ha pasado por alto, y nos las muestra, las expulsa de algún modo.
Yo, personalmente, opino que es una mezcla de las dos cosas.
Porque, ¿qué motivo iba yo a tener para haber soñado precisamente con eso esta misma noche? Ninguno. Algo debí pensar, algo debí ver o escuchar que relacioné con ese tema y mi cerebro me ha recordado lo que más deseo en forma de sueño. Y, si he de ser perfectamente sincera, sé que es así, sólo que no soy capaz de recordar qué desencadenó mis sueños...
Y lo he intentado intensamente a lo largo del día, porque me gustaría recordarlo, me gustaría revivir ciertas cosas y encontrar de verdad esa ilusión que he experimentado en forma de sueño...
Pero, a lo que iba.
Ese mismo sueño, algo que no esperaba ni por asomo y recuerdo intensa y vívidamente, me ha hecho despertar con un humor... Peculiar, por llamarlo de algún modo.
Para empezar, una patada en el culo necesaria desde hace muchísimo tiempo que me ha hecho reaccionar de modos que no había reaccionado en... Años. Llamémosle despertar.
Para seguir, inquietud. Un no poder parar quieta. Porque, aunque no ha sido una pesadilla, ni mucho menos (tampoco sería la primera vez, he soñado desde que me apuñalaban en el pecho, me ahogaban en una piscina, hasta que me fusilaban delante de casa de mi abuela... Sí, lo sé, material morboso para los Freudianos y loqueros varios... Aunque cierta amiga psicóloga me dijo que hasta que no soñase con que sodomizaba a mi padre, no debía preocuparme. No sé por qué...), me ha perturbado a niveles fundamentales. En realidad estaba contenta y feliz porque el sueño había sido explícito, vivo, más de lo que llevo estando yo desde hace tiempo, podía sentir dentro del sueño. Pero también era una sensación agridulce que me ha hecho gruñir, literalmente, porque era sólo eso: un jodido y puñetero sueño.
Estaba de un humor tan extraño, cabreada y a la vez anestesiada por las sensaciones de felicidad, que me he ido de compras.
¡Yo! ¡De compras!
Sí, vale, no suelo ir de compras si no estoy realmente cabreada (es simple lógica: odio tanto ir de compras, sobre todo acompañada y más si es mi madre o peor aún, mi hermana, que, cuando estoy que muerdo, el esperar en los vestidores, el machacarme los pies deambulando por ahí, el SUPERLATIVO cabreo que viene cuando lo que te gusta no te queda bien o lo que te queda bien no te gusta nada... No pueden cabrearte más y sencillamente suspiras y continuas), pero lo más extraño es que me apetecía.
Y aún más raro ha sido volver con un par de botas roqueras que me han enamorado y que, oh, Dios, esto sí que es un milagro, le han encantado a mi madre, unos jeggins (sí, ahora hay que saber idiomas para comprar ropa... Simplemente unas mallas que simulan ser vaqueros) y, al loro, maquillaje.
¡Maquillaje!
Definitivamente, me he vuelto loca. Más aún si consideramos el hecho de que pienso volver a salir de compras mañana.
¿Y todo esto lo ha hecho un sueño?
Nah, en realidad estoy perdiendo la chaveta, eso lo sabemos todos.
PD.- Al final ayer bajé a por tabaco. Y de paso chocolate para combatir la depresión de las horas sin luz solar... Qué coño, por vicio, igual que el tabaco.
Y no me refiero simplemente a descansar, que ya tiene lo suyo (no sé si han probado a pasar una noche en blanco y largarse a trabajar; simplemente les diré que no se lo aconsejo), sino al hecho de soñar.
Los sueños...
Unos dicen que son las proyecciones de nuestros deseos y anhelos, y de nuestros miedos y temores. Otros dicen que el cerebro reúne las piezas sueltas de todos los recuerdos del día, aquellas cosas que nuestra mente consciente ha pasado por alto, y nos las muestra, las expulsa de algún modo.
Yo, personalmente, opino que es una mezcla de las dos cosas.
Porque, ¿qué motivo iba yo a tener para haber soñado precisamente con eso esta misma noche? Ninguno. Algo debí pensar, algo debí ver o escuchar que relacioné con ese tema y mi cerebro me ha recordado lo que más deseo en forma de sueño. Y, si he de ser perfectamente sincera, sé que es así, sólo que no soy capaz de recordar qué desencadenó mis sueños...
Y lo he intentado intensamente a lo largo del día, porque me gustaría recordarlo, me gustaría revivir ciertas cosas y encontrar de verdad esa ilusión que he experimentado en forma de sueño...
Pero, a lo que iba.
Ese mismo sueño, algo que no esperaba ni por asomo y recuerdo intensa y vívidamente, me ha hecho despertar con un humor... Peculiar, por llamarlo de algún modo.
Para empezar, una patada en el culo necesaria desde hace muchísimo tiempo que me ha hecho reaccionar de modos que no había reaccionado en... Años. Llamémosle despertar.
Para seguir, inquietud. Un no poder parar quieta. Porque, aunque no ha sido una pesadilla, ni mucho menos (tampoco sería la primera vez, he soñado desde que me apuñalaban en el pecho, me ahogaban en una piscina, hasta que me fusilaban delante de casa de mi abuela... Sí, lo sé, material morboso para los Freudianos y loqueros varios... Aunque cierta amiga psicóloga me dijo que hasta que no soñase con que sodomizaba a mi padre, no debía preocuparme. No sé por qué...), me ha perturbado a niveles fundamentales. En realidad estaba contenta y feliz porque el sueño había sido explícito, vivo, más de lo que llevo estando yo desde hace tiempo, podía sentir dentro del sueño. Pero también era una sensación agridulce que me ha hecho gruñir, literalmente, porque era sólo eso: un jodido y puñetero sueño.
Estaba de un humor tan extraño, cabreada y a la vez anestesiada por las sensaciones de felicidad, que me he ido de compras.
¡Yo! ¡De compras!
Sí, vale, no suelo ir de compras si no estoy realmente cabreada (es simple lógica: odio tanto ir de compras, sobre todo acompañada y más si es mi madre o peor aún, mi hermana, que, cuando estoy que muerdo, el esperar en los vestidores, el machacarme los pies deambulando por ahí, el SUPERLATIVO cabreo que viene cuando lo que te gusta no te queda bien o lo que te queda bien no te gusta nada... No pueden cabrearte más y sencillamente suspiras y continuas), pero lo más extraño es que me apetecía.
Y aún más raro ha sido volver con un par de botas roqueras que me han enamorado y que, oh, Dios, esto sí que es un milagro, le han encantado a mi madre, unos jeggins (sí, ahora hay que saber idiomas para comprar ropa... Simplemente unas mallas que simulan ser vaqueros) y, al loro, maquillaje.
¡Maquillaje!
Definitivamente, me he vuelto loca. Más aún si consideramos el hecho de que pienso volver a salir de compras mañana.
¿Y todo esto lo ha hecho un sueño?
Nah, en realidad estoy perdiendo la chaveta, eso lo sabemos todos.
PD.- Al final ayer bajé a por tabaco. Y de paso chocolate para combatir la depresión de las horas sin luz solar... Qué coño, por vicio, igual que el tabaco.
Pereza, sol y nieblas. Mala combinación.
La luz del sol.
Nunca me había percatado de la importancia en mi vida de la luz del astro rey hasta que mi vida se transformó lenta e inexorablemente en la de un monje cartujo.
Hasta mis pautas de comportamiento y ánimo se corresponden a las horas de luz que tengo alrededor.
Es curioso, porque antes no me importaba en absoluto y no entendía por qué a mis compañeras de trabajo les parecía tan desesperante salir a las siete de la tarde de trabajar siendo de noche cuando se acercaba el invierno. Ni siquiera cuando estuve en Dublín lo noté, que amanecía a las cuatro de la mañana y el sol, si es que las nubes lo habían dejado salir, desaparecía pocas horas después de mediodía en mayo. ¡Mayo! ¿Cómo sería en invierno?
Ni siquiera en Ámsterdam, que la lluvia nos acompañó todas las vacaciones, lo noté.
Y sin embrago, ahora puedo entender a todos esos guiris que llegan aquí y se plantan embadurnados de crema solar durante horas en la playa a ver si pillan un buen melanoma... No es que yo vaya a hacerlo, no es que mi melanina sea muy amiga de los rayos UVA, pero sí puedo entender su fascinación al ver que tenemos una ingente cantidad de luz a lo largo del día.
El sol.
¿Quién me lo iba a decir? Yo, que soy más bien de lunas. Lunática, mejor dicho.
Tal vez simplemente me hago mayor.
Aunque aún no noto la artrititis, no se preocupen.
Sin embargo, ahora que estaba haciendo un descanso en mi monótona existencia, contemplando mi paquete de tabaco a punto de perecer, al pensar en bajar al estanco y comprar más, la sola idea me ha hecho gemir de frustración.
Bajar a la calle. De noche. Horror. No me apetece en lo más mínimo.
No por la oscuridad, apenas hay tres minutos escasos de caminata en una calle perfectamente iluminada, sino pereza, simplemente es que mi mente asocia oscuridad a hora tardía. Y son sólo las siete de la tarde.
Realmente me da exactamente igual bajar ahora que mañana por la mañana. O, si lo pienso bien detenidamente, sería muchísimo mejor ahora que por la mañana, porque amanecer con una niebla digna de Silent Hill hasta casi las dos del mediodía está empezando a convertirse en el pan nuestro de cada día aquí en Zaragoza.
Niebla horrenda y espesa como el cemento armado, de ésa que no te deja ver ni tus propios dedos cuando extiendes la mano al frente.
Y sin embargo, no me molesta lo más mínimo porque a pesar de todo hay claridad. Es de día.
¿Incoherencia? ¿Tal vez me estoy volviendo loca?
No, más bien necesito tabaco. Debe ser el síndrome de abstinencia y que sólo estoy escribiendo para encontrar una excusa para no bajar.
O que empiezo a notar la astenia primaveral antes de que llegue la primavera y todo.
El caso es no bajar a por tabaco aún a sabiendas de que no voy a aguantar el mono.
Vale, sí.
Me estoy volviendo un poquito más loca con la edad.
Nunca me había percatado de la importancia en mi vida de la luz del astro rey hasta que mi vida se transformó lenta e inexorablemente en la de un monje cartujo.
Hasta mis pautas de comportamiento y ánimo se corresponden a las horas de luz que tengo alrededor.
Es curioso, porque antes no me importaba en absoluto y no entendía por qué a mis compañeras de trabajo les parecía tan desesperante salir a las siete de la tarde de trabajar siendo de noche cuando se acercaba el invierno. Ni siquiera cuando estuve en Dublín lo noté, que amanecía a las cuatro de la mañana y el sol, si es que las nubes lo habían dejado salir, desaparecía pocas horas después de mediodía en mayo. ¡Mayo! ¿Cómo sería en invierno?
Ni siquiera en Ámsterdam, que la lluvia nos acompañó todas las vacaciones, lo noté.
Y sin embrago, ahora puedo entender a todos esos guiris que llegan aquí y se plantan embadurnados de crema solar durante horas en la playa a ver si pillan un buen melanoma... No es que yo vaya a hacerlo, no es que mi melanina sea muy amiga de los rayos UVA, pero sí puedo entender su fascinación al ver que tenemos una ingente cantidad de luz a lo largo del día.
El sol.
¿Quién me lo iba a decir? Yo, que soy más bien de lunas. Lunática, mejor dicho.
Tal vez simplemente me hago mayor.
Aunque aún no noto la artrititis, no se preocupen.
Sin embargo, ahora que estaba haciendo un descanso en mi monótona existencia, contemplando mi paquete de tabaco a punto de perecer, al pensar en bajar al estanco y comprar más, la sola idea me ha hecho gemir de frustración.
Bajar a la calle. De noche. Horror. No me apetece en lo más mínimo.
No por la oscuridad, apenas hay tres minutos escasos de caminata en una calle perfectamente iluminada, sino pereza, simplemente es que mi mente asocia oscuridad a hora tardía. Y son sólo las siete de la tarde.
Realmente me da exactamente igual bajar ahora que mañana por la mañana. O, si lo pienso bien detenidamente, sería muchísimo mejor ahora que por la mañana, porque amanecer con una niebla digna de Silent Hill hasta casi las dos del mediodía está empezando a convertirse en el pan nuestro de cada día aquí en Zaragoza.
Niebla horrenda y espesa como el cemento armado, de ésa que no te deja ver ni tus propios dedos cuando extiendes la mano al frente.
Y sin embargo, no me molesta lo más mínimo porque a pesar de todo hay claridad. Es de día.
¿Incoherencia? ¿Tal vez me estoy volviendo loca?
No, más bien necesito tabaco. Debe ser el síndrome de abstinencia y que sólo estoy escribiendo para encontrar una excusa para no bajar.
O que empiezo a notar la astenia primaveral antes de que llegue la primavera y todo.
El caso es no bajar a por tabaco aún a sabiendas de que no voy a aguantar el mono.
Vale, sí.
Me estoy volviendo un poquito más loca con la edad.
Simmons Oregonés
Como ya anuncié en los comentarios de la última entrada, les traigo parte del programa Oregón TV, en concreto, la presentación. Les explico. Cada programa ahora lo presenta una figura famosa y es la que lleva el hilo de los scketches.
En Nochevieja fue Gene Simmons, el cantante de Kiss.
Pasen y Vean. Y rían.
Diccionario Oregonés- Castellano.
Pahar: versión vasta oregonesa del verbo pasar.
Pollico mantudo: expresión que viene a dejar claro que no se va a mover porque está muy a gustico, allí calentico y con el pelaje/plumaje ahuecado.
Diccionario Oregonés- Castellano.
Borraja: verdura oregonesa que, según el Sr. The_Fear, para comerlas hay que depilarlas. Y lo jodido es que no miente, porque pinchan más que las pantorrillas del Jeti. Pero qué buenas están...
Tajo bajo: parte de la ternera que se usa principalmente para los guisos (ya saben, con guisantes y patatas cuadradas)
Diccionario Oregonés- Castellano.
En Nochevieja fue Gene Simmons, el cantante de Kiss.
Pasen y Vean. Y rían.
Diccionario Oregonés- Castellano.
Pahar: versión vasta oregonesa del verbo pasar.
Pollico mantudo: expresión que viene a dejar claro que no se va a mover porque está muy a gustico, allí calentico y con el pelaje/plumaje ahuecado.
Diccionario Oregonés- Castellano.
Borraja: verdura oregonesa que, según el Sr. The_Fear, para comerlas hay que depilarlas. Y lo jodido es que no miente, porque pinchan más que las pantorrillas del Jeti. Pero qué buenas están...
Tajo bajo: parte de la ternera que se usa principalmente para los guisos (ya saben, con guisantes y patatas cuadradas)
Diccionario Oregonés- Castellano.
Capuzar: calarse de agua. O de cualquier otro líquido, véase cerveza, cuando uno se la echa por encima.
Diccionario Oregonés- Castellano.
Canso: cansino, pesao.
Moscoso: días de fiesta por todo el morro que tienen los antiguos funcionarios por año, llamados así por el Ministro Luis Moscoso, quien lo instauró a cambio de los votos de los funcionarios... No recuerdo cuándo.
Diccionario Oregonés- Castellano.
A lo tonto modorro: expresión que básicamente viene a ser lo mismo que 'a lo tonto' o 'sin darse cuenta'.
Y de regalo, les dejo el scketch de música después del shock de ver a Simmons con delantal.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)
Búsqueda de entradas
Deja tu huella
Vistas de página la semana pasada
Archivo
-
►
2021
(1)
- ► septiembre (1)
-
►
2013
(40)
- ► septiembre (4)
-
►
2012
(95)
- ► septiembre (9)
-
►
2011
(193)
- ► septiembre (9)
-
►
2010
(198)
- ► septiembre (13)
-
►
2009
(294)
- ► septiembre (24)
-
►
2008
(168)
- ► septiembre (17)