05 julio 2013 | By: Denebola

El heavy está de luto. El de mi bloque.

Aún no ha amanecido aquí en mañolandia y se ha terciado una noche difícil. Probablemente en la costa no sepan lo que es el calor infame del interior, ése que azota sin la más mínima piedad y no deja ni un ser vivo asomar la cabeza sin sacar la lengua y arrastrándose por las calzadas siquiera por las noches, al menos de sangre caliente, porque más de un reptil se ve ya por estos lares (en sentido literal, y por supuesto, metafórico, que ésos no sólo viven en Zaragonia).
El caso es que, café, sueño y mis pensamientos nada ortodoxos, no son una buena combinación. Véngase a ver, la combinación perfecta para retomar mi vuelta al blog, ,que como anoche, la noche de verdad, no ésta que casi tiene luz, me reprendió el Playmobil con toda la razón del mundo, no he invertido una tecla aquí en mucho tiempo.
Y como soy así y además maña, sin el más mínimo resquicio de resentimiento, ya ven.
El caso es que me he despertado y, tras haberme pasado por el grifo de la ducha (sí, en Zaragoza tenemos agua corriente, no como en Palencia) y café en mano he descubierto quién es el gran adorado heavy de mi vecindario de locos, alias 13 Rue del Percebe, que me ayudaba piadosamente a contrarrestar el efecto Lunnis a las 7 de la mañana desde hace años.
El horror se ha apoderado de todo mi ser.
Como lo leen.
Ese heavy al que le debo mi cordura, es el buenorro de 5º. Lo bueno, que no buenorro, del asunto, es que no hace mucho descubrí además que en el patio su habitación es justamente la apuesta a la mía. Oigan, no es de recibo. Ir a tender y encontrarte con el maromo tendiendo sus boxers no es nada erótico, pero si además, lo primero que te pasa por la mente es 'madre de dios, ahora entiendo por qué no me habla, éste me ha visto haciendo el indio con mi guitarra imaginaria en mi habitación o, aún peor, recuerda esa noche memorable en la que no le dejé dormir y me guarda rencor eterno', pues claro, una cuando se lo encuentra hasta piensa que sería buena idea que viniera Belcebú al patio donde no penetra el sol y se la tragase la tierra.
Pero no, ahí no termina lo mejor.
No.
Es un heavy que, aunque va tatuado desde la muñeca hasta la clavícula (cosa que acabo de descubrir hace unos minutos al bajar a comprar mi desayuno), dice chao. Chao. Chao. Esperen que aún lo estoy procesando desde ayer.
Vamos a ver. Chao. Oh, madre de dios bendito, y eso que no estoy muy segura de que ahí arriba haya algo. Pero por si acaso.
¿Cómo que chao? ¿Un heavy? ¿Tú eres tonto?
Chao lo decía el retrasado de mi ex (eh, ojito, todo el mundo comete errores, no me señalen con el dedo), en el resto de España no sé, pero que un tío en Zaragoza dentro de cierta franja de edad te diga chao es indicativo de una cosa: es 'cool'. Vamos, esa clase de gente que te mira por encima del hombro como si fueras chusma cuando no llevas un vestido Dolce & Gabanna y se mira en el espejo y se gusta, los 'memolo', como los bauticé hace muchos años, los de 'oh, dios mío, estoy tan bueno, que cuando me toco me derrito', los 'ey, nenas, acabo de llegar, caed a mis pies', 'estoy tan bueno que cuando me meto en la piscina el agua se evapora (eso, los que llegan a comprender el concepto de evaporación, claro, que son pocos, pero también los hay con carrera)', los que... Bueno, creo que ya me han entendido.
Y yo estoy de réquiem.
Mi imagen del vecino heavy, mi salvación... Es un gilipollas.
Y no es rubio...
Maldita sea, oh, fuck y esas cosas.
Lo mejor de todo: es garroso (1)

Y en honor a los Lunnis de la maldita cabrona que me despertaba día tras día durante años y ahora está de vacaciones, voy a despertarla yo hoy con un clásico para rememorar viejos tiempos (y enseñarle que a los niños no deberían dejarles despiertos hasta las 2 de la mañana aunque estén de vacaciones, aunque sean bestias pardas):




(1) Garroso: véase ése hombre que, visto desde atrás se le ha escapado Rocinante. O la moto, como vean.