04 noviembre 2015 | By: Denebola

De tal palo, tal astilla

Dicen que con la edad los defectos se acentúan... Y que la nariz y las orejas siguen creciendo.
Doy gracias a Dios por tener una nariz pequeña, porque lo de los defectos lo estoy viviendo en mis propias carnes. Y, joder, una vez llegados a la edad adulta, ¡qué puñeteramente difícil es corregir esos aspectos de uno mismo que no nos gustan!
Siendo sincera, yo a veces sólo puedo tirar la toalla.
Mi yo testarudo es más perseverante que mi fuerza de voluntad.
Muchísimo más.
Si además eso es exactamente lo que quieres cambiar... Se convierte en una cuestión de orgullo.
Y eso es una combinación explosiva.
Ego, orgullo, carácter, fuerza de voluntad... ¿Cómo saber cuándo, dónde parar, si alguna de esas tres potentes características va a salir herida? ¿Cómo ver la línea que separa el orgullo o la testarudez de un error, un error estúpido, además, para evitar el desastre?
Supongo que debería haberme licenciado en psicología y filosofía en lugar de economía, pero, oigan, sé bien que eso no da de comer. La economía, por otro lado... No es que sea sinónimo de dinero, menos aún en estos días de depresión (curioso como la economía y la psicología comparten al menos palabras, ¿eh?), pero algo sí pone de mi parte.
La adolescencia, sin embargo, es otro cantar. Esa testarudez nace de la rebelión, del ansia de libertad, de querer hacerse oír y contar como uno más en nuestro entorno. Aunque eso no es necesariamente sinónimo de tomar las decisiones adecuadas. Lo cual tampoco es necesariamente malo, porque si de algo aprende el ser humano, es de los errores... Aunque a veces tampoco es el caso.
Lo que vengo a decir con esto es que hace poco estuve con mis primos.
Los mayores ya están en una edad en la que han afianzado su opinión y, en plena edad adulta, ni siquiera se cuestionan si sus palabras u opiniones puedan ser las correctas o, peor aún, puedan coexistir con las de los demás, un error muy común cuando pensamos que nuestro punto de vista es el correcto y no pensamos que la forma de ver las cosas de la persona de al lado pueda ser igual de válida o incluso complementaria a la nuestra.
La relatividad no es algo que se acepte fácilmente; cuestión de ego, supongo.
Una lástima.
Y que eso lo diga yo, una extremista patológica, tiene su mérito. Para que vean; se pueden hacer avances incluso entre los más radicales de nosotros ;)
Sin embargo, mis primos pequeños, en una edad adolescente o incluso ya entrando en la edad adulta... Ay, Dios. Me compadezco de ellos.
Con semejante caldo de cultivo del que alimentarse... ¿Cómo va a terminar el asunto? Si la generación anterior somos tan testarudos, tan intransigentes, tan... [Autoanalícense y escriban aquí sus peores rasgos... Duele, ¿eh?], ¿cómo no van a intensificarse esas mismas cualidades en la siguiente, si somos el espejo en el que se miran y ésos son los rasgos que están mamando?
Joder, me echo a temblar.
Tal vez sea algo bueno no tener en el horizonte cercano ser madre, al menos en el aspecto que estoy tratando.
Lo que quiero decir es que... Sí, nos quejamos todos de que las nuevas generaciones vienen siendo narcisistas, radicales y mil cosas más. Y no niego que soy la primera en hacerlo ni niego que sea cierto, pero... ¿Se han parado a pensar que tal vez, sólo tal vez, nosotros les hemos dado las herramientas y los genes? ¿Que también tenemos nuestra parte de culpa?
Como bien he dicho, menos mal que no tengo hijos que supongan el botón a mostrar como ejemplo en lo que acabo de escribir. De este modo se queda sólo en palabras hipotéticas y a las que nadie hará mucho caso.
*Escalofríos*

Edito: En Fin, me voy a ver The Flash, para que vean lo profunda que soy las 24 horas del día, non stop.
Y sí, me empapo tanto Arrow, como Flash, como otras series del mismo calibre. De hecho, tengo pendiente hasta una miniserie de Nightwing que me da escalofríos sólo de pensar en ella (esta reseña sólo la captarán los más frikis... Y yo me enorgulleceré de ellos). De los de anticipación y risitas nerviosas adolescentes.
Mientras tanto, aquí tienen mi última rallada mental. Por si se les hace muy larga la espera del último capítulo de Gotham o The Vampire Diaries y necesitan distracción.
Encantada de dársela.