Hoy ha sido un día extraño.
Quizás la bofetada que necesitaba. Ya saben, el principio de acción-reacción que necesitaba.
Pero no ha sido sólo una bofetada. Han ido sucediéndose varias estos días, y hoy, más...
Esa conversación con ese ser serio, pero correcto, amable, pero distante, de increíble poder, pero accesible, de aspecto apocado, pero con unos ojos azules con una increíble fuerza, me ha hecho ver las cosas claras. Hacia dónde encaminarme. Pero no de una forma vaga, como hasta ahora se venía definiendo mi futuro, sino definitiva. Es lo que quiero. Necesito terminar ciertas cosas antes aquí, serán sólo unos meses, pero ver una meta me ha dado una inyección de energía como tantas otras llevo recibiendo en los últimos días.
Y lo que más me ha ilusionado, ha sido que esa meta se encamina hacia donde yo quiero. La inyección de adrenalina ha sido increíble. Sé que es momentánea, la ilusión se pierde con el tiempo, pero... Es lo que quiero. Ahora sí.
Ahora es cuando necesito alguien a mi lado para no perder esa fuerza.
No es lo mismo que cuando me dieron esa noticia que cualquiera habría aplaudido con las orejas y a mí me cayó como un jarro de agua fría (por eso cuando mi cara señalaba una hecatombe mundial, y los hechos objetivos no se correspondían con mi reacción exterior, nadie lo entendió... Bueno, si, ella). Es... Mi camino. El que quiero tomar, y el que voy a tomar.
Sé que a mi madre se le partirá el corazón de la misma forma que si le dijera que me voy a Afganistán (gracias a dios que está en Praga...). Quizás no se da cuenta de que, al fin y al cabo, de tal palo, tal astilla. Ella se fue a Francia siguiendo a mi padre, y ahora no entiende que yo quiera seguir mi camino, aunque no haya ningún hombre de por medio. Tendré que enfrentarme a ello, aunque no queramos... Mi camino es distinto al suyo, a estas alturas, debería haberlo asumido, si no lo asumió ya cuando tenía 17 años. Me dan miedo las palabras de María cuando me echó las cartas: “(...) vas a poner tierra de por medio, no vas a dejar que se metan en tu vida, los vas a alejar, y aunque os duela, acabarán tomándote por lo que eres: una mujer. Una mujer con las ideas muy claras. Y sólo así te acabarán respetando” Me dan pánico... Porque no sólo se ha cumplido eso... Y no sólo porque no tenía ni puta idea...
En el camino a casa, me he cruzado con una de esas peluquerías de moda “Marco Aldany”... “Necesito cortarme el pelo... A este paso, va a echar raíces”, y no de lo largo que lo llevo, que también podría ser, sino de lo mal que lo llevaba. Y ni me lo he pensado. “Tendrás que esperar”, me la ha traído al pairo. “Te lo escalo, ¿no?”. Y me he dado cuenta del poder que tiene mi sonrisa... Porque he hecho lo que he querido... Cosa bien difícil en una peluquería de mujeres (será por eso que no me gustan).
Lo peor ha sido después. En el sofá, moribunda (mierda del tdt...) por el madrugón, medio dormida, he escuchado esa frase en alguna serie o lo que fuera. La que ha desencadenado todo.
“Mírate al espejo. Y no olvides lo que eres”
¿Y yo que soy?
No exagero si digo que me he ahogado en un mar de preguntas, dudas, y sobretodo, la sensación de no saber con quién me despertaba todos los días..
Eso ha sido lo que más me ha asustado.
Y luego ese jodido mensaje, en el momento más inapropiado. He dudado, sí, lo reconozco.
Me he vuelto loca, he sentido la necesidad de subir a la azotea, pero no puedo. No hay. El parque... Sentía la necesidad de salir y tomar aire, oxígeno, incluso me dolía la cabeza de tanto pensar y sentía ganas de vomitar, necesitaba mis jodidas alitas, estar sola, pero rodeada de gente. Me estaba poniendo hasta físicamente enferma de tanto pensar... Supongo que es algo no muy habitual en mí, ser emocional por naturaleza. Me he vestido y he bajado a toda ostia... Mierda, demasiado pronto... Los doceañeros (cada vez son más precoces) estaban de botellón en la puerta de mi casa (la virgen santa, ¿a las 5 de la tarde?). Ésa no era la idea, la idea era estar sola y aislada...
Y me he perdido. Me he perdido entre la gente, entre las calles, entre las voces, entre las luces y las sombras. Sola.
Y de golpe lo he visto claro. Él me ha ayudado. Y no me refiero a dios... Aunque, probablemente... Bueno, probablemente, no, seguro, si le preguntan, les dirá que él, es dios...
Ahora sólo necesito fuerza de voluntad, suerte, valor... Y todo se irá dibujando solo como si de un plan sobrenatural y minuciosamente trazado se tratara... Me da escalofríos. Me asusta... Y me ilusiona... Adrenalina pura. Sí. Sí joder, sí. Necesito gritar, gritar de alegría....
Y mañana vuelve mi angelito... Sé que se lo contaré y me dirá que... Me entiende. La echo de menos... También.
Y porque el único que ha estado aguantando mis ralladas filosófico-emocionales ha sido el play. Sino, también lo echaría de menos.
Quizás la bofetada que necesitaba. Ya saben, el principio de acción-reacción que necesitaba.
Pero no ha sido sólo una bofetada. Han ido sucediéndose varias estos días, y hoy, más...
Esa conversación con ese ser serio, pero correcto, amable, pero distante, de increíble poder, pero accesible, de aspecto apocado, pero con unos ojos azules con una increíble fuerza, me ha hecho ver las cosas claras. Hacia dónde encaminarme. Pero no de una forma vaga, como hasta ahora se venía definiendo mi futuro, sino definitiva. Es lo que quiero. Necesito terminar ciertas cosas antes aquí, serán sólo unos meses, pero ver una meta me ha dado una inyección de energía como tantas otras llevo recibiendo en los últimos días.
Y lo que más me ha ilusionado, ha sido que esa meta se encamina hacia donde yo quiero. La inyección de adrenalina ha sido increíble. Sé que es momentánea, la ilusión se pierde con el tiempo, pero... Es lo que quiero. Ahora sí.
Ahora es cuando necesito alguien a mi lado para no perder esa fuerza.
No es lo mismo que cuando me dieron esa noticia que cualquiera habría aplaudido con las orejas y a mí me cayó como un jarro de agua fría (por eso cuando mi cara señalaba una hecatombe mundial, y los hechos objetivos no se correspondían con mi reacción exterior, nadie lo entendió... Bueno, si, ella). Es... Mi camino. El que quiero tomar, y el que voy a tomar.
Sé que a mi madre se le partirá el corazón de la misma forma que si le dijera que me voy a Afganistán (gracias a dios que está en Praga...). Quizás no se da cuenta de que, al fin y al cabo, de tal palo, tal astilla. Ella se fue a Francia siguiendo a mi padre, y ahora no entiende que yo quiera seguir mi camino, aunque no haya ningún hombre de por medio. Tendré que enfrentarme a ello, aunque no queramos... Mi camino es distinto al suyo, a estas alturas, debería haberlo asumido, si no lo asumió ya cuando tenía 17 años. Me dan miedo las palabras de María cuando me echó las cartas: “(...) vas a poner tierra de por medio, no vas a dejar que se metan en tu vida, los vas a alejar, y aunque os duela, acabarán tomándote por lo que eres: una mujer. Una mujer con las ideas muy claras. Y sólo así te acabarán respetando” Me dan pánico... Porque no sólo se ha cumplido eso... Y no sólo porque no tenía ni puta idea...
En el camino a casa, me he cruzado con una de esas peluquerías de moda “Marco Aldany”... “Necesito cortarme el pelo... A este paso, va a echar raíces”, y no de lo largo que lo llevo, que también podría ser, sino de lo mal que lo llevaba. Y ni me lo he pensado. “Tendrás que esperar”, me la ha traído al pairo. “Te lo escalo, ¿no?”. Y me he dado cuenta del poder que tiene mi sonrisa... Porque he hecho lo que he querido... Cosa bien difícil en una peluquería de mujeres (será por eso que no me gustan).
Lo peor ha sido después. En el sofá, moribunda (mierda del tdt...) por el madrugón, medio dormida, he escuchado esa frase en alguna serie o lo que fuera. La que ha desencadenado todo.
“Mírate al espejo. Y no olvides lo que eres”
¿Y yo que soy?
No exagero si digo que me he ahogado en un mar de preguntas, dudas, y sobretodo, la sensación de no saber con quién me despertaba todos los días..
Eso ha sido lo que más me ha asustado.
Y luego ese jodido mensaje, en el momento más inapropiado. He dudado, sí, lo reconozco.
Me he vuelto loca, he sentido la necesidad de subir a la azotea, pero no puedo. No hay. El parque... Sentía la necesidad de salir y tomar aire, oxígeno, incluso me dolía la cabeza de tanto pensar y sentía ganas de vomitar, necesitaba mis jodidas alitas, estar sola, pero rodeada de gente. Me estaba poniendo hasta físicamente enferma de tanto pensar... Supongo que es algo no muy habitual en mí, ser emocional por naturaleza. Me he vestido y he bajado a toda ostia... Mierda, demasiado pronto... Los doceañeros (cada vez son más precoces) estaban de botellón en la puerta de mi casa (la virgen santa, ¿a las 5 de la tarde?). Ésa no era la idea, la idea era estar sola y aislada...
Y me he perdido. Me he perdido entre la gente, entre las calles, entre las voces, entre las luces y las sombras. Sola.
Y de golpe lo he visto claro. Él me ha ayudado. Y no me refiero a dios... Aunque, probablemente... Bueno, probablemente, no, seguro, si le preguntan, les dirá que él, es dios...
Ahora sólo necesito fuerza de voluntad, suerte, valor... Y todo se irá dibujando solo como si de un plan sobrenatural y minuciosamente trazado se tratara... Me da escalofríos. Me asusta... Y me ilusiona... Adrenalina pura. Sí. Sí joder, sí. Necesito gritar, gritar de alegría....
Y mañana vuelve mi angelito... Sé que se lo contaré y me dirá que... Me entiende. La echo de menos... También.
Y porque el único que ha estado aguantando mis ralladas filosófico-emocionales ha sido el play. Sino, también lo echaría de menos.
¿Qué haría sin ustedes?
1 comentarios:
Ya te lo dije ayer...
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