31 mayo 2011 | By: Denebola

980.- Un Rincón A... Solas

Desde hace un tiempo no me veo inspirada para escribir un relato. Y por fin ha llegado la inspiración...

Miró hacia la puerta de la terraza con extrañeza. Se preguntaba por qué nunca salía allí y disfrutaba un rato, por pequeño que fuera, de aquel rincón increíble que había en su casa. Y más ahora, que empezaba a hacer buen tiempo y tenía una pequeña mesa y 2 sillas para poder hacerlo. ¿Por qué no sacaba uno de sus libros por la mañana y sencillamente se sentaba ahí fuera con el fresco de la mañana a hacer lo mismo que hacía en la silla de su escritorio, pero a la luz del sol? Sin duda parecía infinitamente mejor. ¿Por qué no cogía una de las cervezas del frigorífico y salía a hacer lo mismo que hacía en el sofá las noches de domingo, pero cambiando la televisión por la gente que pasaba por su calle? Seguro que así se sentía más relajada. ¿Por qué no cogía el portátil y enviaba todos esos mails tan engorrosos acompañada de su café a la luz del atardecer? Seguro que hasta se le hacía corto.
No lo dudó ni un minuto. Se preparó el correspondiente café de después de comer, cogió el portátil bajo el brazo al pasar por la mesa del comedor, y salió a la terraza a enviar esos molestos mails. Y sí, fue mucho menos horrible de lo que solía serlo, probablemente hasta le había costado menos tiempo hacerlo... Fue a buscar su tabaco y volvió fuera a fumarse un cigarro mientras terminaba su café tranquilamente.
Era curioso, en su mente ese momento había sido idílicamente mejor. ¿Por qué no podía disfrutar como ella pensaba de ese momento tranquilo? No es que estuviera mal, claro que no, pero... No encontraba tanta diferencia como ella pensaba a hacer lo mismo desde la mesa de su escritorio. ¿Por qué? Y terminó su cigarro dándole vueltas a esa pregunta. Y otro. Y otro. Y sin querer, se terminó también el café.
Entonces se dio cuenta de que no lo disfrutaba como quería porque estaba sola, por el simple hecho de que sí, el momento era infinitamente mejor, pero algo dentro de ella se sentía incompleto porque quería compartir ese momento con alguien. Con un alguien muy concreto. Se dio cuenta de que en su mente ese momento era muchísimo mejor por la compañía que tenía.
Se sonrió. Bueno, quizás algún día sería así. O quizás mejor. Volvió a sonreirse... Siempre se puede aspirar a un poquito más, si no tuviéramos sueños ni aspiraciones, la vida sería gris, y no le entristecía que no fuera como ella pensaba, al revés, se sentía feliz pensando que podría ser mejor, que quizás algún día si fuera capaz de disfrutar de ese rinconcito como ella quería. O de cualquier otro rincón.
Cogió el portátil y abrió el explorador. Sentía la necesidad de contar cómo se sentía y no tenía mucho tiempo antes de tener que coger ciertos libros.

Sí, éste relato sí habla de mí. Ya les dije que se darían cuenta cuando lo hiciera.