22 septiembre 2010 | By: Denebola

Diálogos de autobús

Subió al autobús y pasó la tarjeta por el lector sumida en sus pensamientos. Echó una mirada rápida al interior del vehículo en busca de un asiento libre, a ser posible individual, y se acercó a él sin prestar la más mínima atención a lo que había alrededor. Llevaba el ceño fruncido, no había sido un buen día, de hecho, estaba de bastante mal humor. Hay días en los que te gustaría soltarlo todo y gritar hasta que desaparezca toda la rabia acumulada que llevas dentro para que no vaya en aumento y deje de envenenarte, y ése era uno de esos días. No es que las cosas fueran mal, esque simplemente a veces las cosas no salen como a uno le gustaría y siempre hay algún gilipollas que le pone la guinda al pastel...
Abrió su bolso, dejó la tarjeta y empezó a revolver en el interior, buscando algo. Sacó unos auriculares, se los puso, apretó varios botones del aparato y simplemente dirigió su mirada al exterior a través de la ventanilla. Debía llevar la música bastante alta, porque se escuchaba un murmullo a su alrededor. Normal, no tenía ganas de entrar en contacto con el mundo exterior...
Miraba a la gente por la calle, los coches, los edificios, pero en realidad no los veía, seguía dándole vueltas a su día y su enfado con el mundo iba en aumento.
Hasta que notó como la observaban. Es esa extraña sensación que atrae tu mirada irremediablemente hacia una dirección concreta, pero a diferencia de otras veces, no miraba despreocupadamente, su mirada era dura y no invitaba a la sonrisa, precisamente.
Era un chico, alto, moreno, apenas se fijó en él. Lo único que quería era que la dejasen tranquila, y cuando él retiró su vista casi intimidado, apartó su mirada y se olvidó de él ipso facto para volver a su rencor interno.
Se acercaba el momento de bajar, su parada, se levantó cogiendo su bolso y su carpeta y se acercó a la puerta a esperar a que el autobús parase y abriera sus puertas para poder bajar. Ni siquiera se quitó los auriculares, bajó y empezó a andar a un paso rápido, huyendo de su día, a refugiarse de todo. Tan ensimismada iba, que al notar un leve toque en su hombro, se giró sobresaltada. La música no le había dejado oír cómo se le acercaba alguien.
-"Vaya, llevas un paso rápido, ¿eh?", era el chico al que había dedicado una de sus miradas nada amistosas en el autobús. "Toma, se te ha caído." Le tendía unos papeles. En ese preciso momento se arrepintió de haberlo querido alejar de su mundo en el autobús... Sin darse cuenta, era ella quien le miraba del mismo modo que lo hizo él hacía un rato.