28 enero 2010 | By: Denebola

Después de la tormenta, llega la calma

Y después de todo, me siento liviana, como si no pesara absolutamente nada, como si en lugar de caminar, me desplazara flotando entre las cosas.
Ese peso ha desaparecido, y aún no sé muy bien por qué.
Pero creo que en realidad lo que me pasa es que me falta algo.
Necesito ilusionarme con algo, este estado de inquietud constante que me venía acompañando desde hace ya mucho me está destrozando por dentro, y me hace ser algo que no soy: pesimismo y lamentaciones.
Y ya estoy harta.