Recuerdo perfectamente cuándo aparqué mi mochila: en COU. Cuando te cargas una mochila de cuero, es señal de que lo que llevas a la espalda pesa mucho, demasiado. Así que la tiré a la basura (o mi abuela la utilizó para los rotos de las "chupas de cuero" de mi tío, quién sabe...)
Y esque las chicas, al contrario de lo que puedan pensar muchos, no nacemos con una habilidad innata para sostener ese artefacto del diablo en el hombro sin que se cantee.
Al principio es un horror. Con el tiempo te acostumbras, aunque nunca llega a ser tan cómodo como llevar todos tus trastos en tu querida mochila... En realidad, llega un punto en el que, o desarrollas esa habilidad para ir por la vida con esa bestia llamada bolso dominada y quieta en el hombro, o terminas aburrida de tratar domarlo y optas por los bolsos cruzados o de asas cortas para tenerlo bien quietecito debajo del brazo.
Pero eso no es todo. Y la llamo bestia no sólo porque tenga vida propia y parezcas retrasada tratando de mantenerlo elegantemente sobre tu hombro, sino también porque se traga todo lo que esté a su alcance.
Siempre recordaré la gran frase de mi abuelo cada vez que tenía que cargar con el bolso de alguna de las muchas mujeres que estábamos en su casa: "Pero, ¿tú que llevas aquí? ¿Piedras?". No, pero casi, hay quien lleva planchas (véase, la madre de Tamara, Ámbar o como coño se haga llamar ahora. Ya saben, la "no cambié")...
Hasta ahí, bien, todo lógico.
Pero esque al llegar a casa no lo vaciamos. ¿O esque acaso ustedes vaciaban su mochila al llegar a casa? Ni hablar, la dejaban por ahí hasta el momento de hacer los deberes , que necesitaban los libros, el estuche, etc. Así nuestra madre, cuando la cogía para lavarla, sacaba de aquel bolsillo infame desde chicles petrificados hasta piedras del patio. Pues el bolso, tres cuartos de lo mismo.
Los hombres siempre se preguntan qué puñetas llevamos las mujeres en el bolso. La respuesta es: de todo. Eso de "lo que no encuentres en el bolso de una mujer, no lo encontrarás en ningún sitio", es una verdad como una catedral. Y no porque salgamos con la casa encima como los caracoles, sino porque allí va a parar todo lo que nos rodea, usemos o pensemos que nos será útil.
Para que se hagan una idea, hace 3 días tuve que ir a Hacienda. Ya saben, esperar y esperar... Sí, el bolso que ven en las fotos es el que llevé. Les voy a enseñar qué llevo yo en el bolso.
Y como ven, no es nada del otro mundo.
Bueno, ya ven que no es nada del otro mundo. No es más que una prolongación de aquel bolsillo infame de la mochila.
Por eso cuando salgo de fiesta, mi bolso es realmente enano. Para que sólo quepa el monedero (no ése, claro, no cabe...), las llaves, el móvil y el tabaco. Quién fuera hombre para llevarlo todo en los bolsillos del pantalón... Los de chica están cosidos o son inexistentes.
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