La vida te da una de cal, y otra de arena.
Cuando te clava una estaca de madera en el pecho como si fueras un vampiro para dejarte inerte sobre el cemento frío, te manda a casa una orquídea azul como si fuera el hombre que más te desea (¿Qué pasa? Me encantan las rosas, pero hoy estoy de orquídeas. Que no blancas, esas orquídeas azules que sólo vi en la floristería cuando fui a comprar aquel ramo que tanto me dolió... Ése es el que me enamoró y el que me encanta en estos momentos. Quizás mañana esté en plan de rosas rojas pasión....) . A veces la estaca sólo te hace un rasguño, otras veces te hiere o te vence anímicamente.
Hasta hace un tiempo, yo pensaba que mi orgullo era inexistente o al menos el que todo mortal podría mantener. Todas las lanzas que recibí a lo largo de mi vida iban directas al corazón y dolían mucho, casi me vencían. Las palabras de alguien me hicieron darle vueltas y vueltas al asunto durante 5 años, día más, día menos, más arriba, más abajo.
Quizás no lo fui al principio, quizás sólo la vida me enseñó que llorar era el mejor método para expulsar el dolor de mi ser, quizás esque sencillamente lo era, pero no sabía expresarlo y con los años he aprendido a serlo. El hecho es que él tiene razón, aunque me ha costado muchísimos años darme cuenta, más o menos, 30 añitos... Lo soy. Soy una persona orgullosa. Pero paradójicamente, no siempre. No para todo. No con todo el mundo.
La palabra "orgullosa" siempre la he relacionado con algo negativo. ¿Qué quieren que les diga? La he estado usando sin darme cuenta y apenas se me mantiene quieta entre las manos.
No lo es. Al menos para mí. No lo es. No se mueve en mis manos sin sentido, no me controla ella a mí, soy yo quien la controla.
Hay personas que tienen el maravilloso privilegio de poder decirme a la cara lo que de verdad sienten y piensan, y tienen la capacidad de herir mi orgullo y hacer valer su opinión sobre la mía. Puede parecer algo arrasador, puede parecer que borren mi personalidad. Nada más lejos de la realidad. Son las únicas personas que tienen la capacidad de cambiar cosas en mí que jamás cambiaría si de mí dependiera. Ésas son las personas a las que más quiero. Y cuando digo más, o cuando quiero, en ocasiones digo más que a mí misma.
No es habitual encontrar un amigo de verdad, de los que te ponen mala cara a pesar de que saben que lo que te están diciendo no es santo de tu devoción, o una pareja, novio o novia, con las agallas suficientes como para decirte "estás siendo una grandísima cabrona" o "te están tomando el pelo como a un chino" a pesar de que saben que eres una jodida orgullosa que nunca va a aceptar esas palabras y va a desembocar en pelea. Tampoco soy de ésas. Afortunadamente, dios o quien coño fuera que repartiera las virtudes, me otorgó la de saber escuchar. Y yo sé escuchar a quienes me importan.
Es la belleza del amor, que puedes poner a alguien por encima de ti.
Cuando quieres a alguien más que a ti mismo, confías en que no va a cambiar tu esencia, lo que tú eres, eso por lo que te quiere. Pones en sus manos tu ser. Por completo. Confías en que sea capaz de hacerte ver dónde estás metiendo la pata hasta el cuello, y dónde eres la persona que más brillantemente lo hace todo.
Y eso da miedo.
Mucho miedo.
Muchísimo miedo.
Aterroriza si lo piensas fríamente.
Le estás otorgando la mayor confianza del mundo a una persona. Quizás sean varias, pero la opinión que más te importa es una. La suya.
De ahí vienen varias decepciones.
Amigos. Parejas. Ex -parejas, para qué vamos a engañarnos, por algo ya no están a nuestro lado.
Francamente, soy una persona extremista. Existen MUY POCOS grises para mí.
Me lo dijo hace poco una muy amiga mía de prácticamente toda la vida y me sorprendió escucharlo, porque ni yo era consciente de ello, ni mucho menos sabía que ella supiera eso de mí. También lo dijo en repetidas ocasiones posiblemente la única persona que lo supone absolutamente TODO para mí, pero no supe leer lo que quería decir. Al menos en ese momento.
Pero sí, es un hecho acerca de mí. Lo doy todo, o lo niego cuando pienso que no lo merece la persona que tengo en frente. Sólo hay una persona que ha sabido plantearme todo lo que tenía que decirme, duro o no, sólo ha habido una persona que ha sabido lidiar con mi carácter explosivo, sólo hay una persona que sabe cuándo soy Denebola y cuándo soy Laura, cuándo soy una puta bomba de relojería y cuando todo lo contrario. Y todo eso, sin perderme. Créanme, en manos de cualquiera, sería un juego de malabares, en sus manos, ha sido todo increíblemente fácil.
Es la única persona que ha estado SIEMPRE ahí para mí. A pesar de todo. La única que ha tenido las palabras adecuadas en el momento adecuado. Es gracioso, porque la mayoría de las veces ni siquiera ha sido consciente del efecto que han tenido sus palabras sobre mí.
Ojalá supiera cómo hacérselo ver. Ojalá pudiera hacerle sentir cómo me ha hecho sentir él a mí.
Él es mi "yang". Que no sé si es la parte negra o blanca, pero, francamente, ni él es un angelito, ni lo soy yo. Sencillamente equilibra todo mi ser. Es lo que me falta, pero a la vez, lo mismo que yo. Es esa pequeña pieza de puzzle que sólo encaja conmigo. Por más que intente forzar a que encajen otras, no lo hacen.
Sólo él me hace sentir esa sensación de alivio, sólo con él me siento llena, sólo con él mi alma se siente tranquila, como si no tuviera que buscar más, como si estuviera completa, como si aquello por lo que hubiera nacido y mi alma inconscientemente estuviera buscando, lo hubiera alcanzado. Me calma y me altera, me lee tan dentro de mí que no me asusta, le entiendo sólo con mirarle a los ojos...
Y me falta, me falta tanto que es como si un trocito de mí me haya abandonado.
Es un agujero tan enorme dentro de mí que nadie más puede llenarlo.
Es muchísimo más que el aire que respiro.
Es esa parte de mí que me falta.
Es yo, y no lo es, es él. Es increíble, es alguien tan enorme que no sé como llenar.
Su ausencia me duele, me quema, me rasga, me araña por dentro, me falta.
No importa cuánto tiempo pase, eso es lo mejor de todo, que aunque creo que todos mis sentimientos están dormidos, sé positivamente que no lo están.
Si me siento así estando tan lejos física y emocionalmente... No quiero pensar lo que sería. ¿Temblar? ¿Llorar? No, las chicas orgullosas no hacemos esas cosas.
Les dejo con un vídeo. No me lloren, oigan, no todo iban a ser maripositas y unicornios. Una también tiene su necesidades,
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2 comentarios:
Hola! qué tal? Acabo de descubrir tu blog, le he estado echando un vistazo y me ha gustado mucho, volveré a visitarlo más a menudo, te mando un abrazote!
No tengo ni idea de si ha entendido algo del batiburrillo que escribí, o sencillamente le va el sado, pero oiga, que yo me alegro de que se pase por aquí y más aún de leer un comentario en éste, nuestro blog.
Oiga, no será usted de Oregón, ¿no? Cosillas mías, no es que haya perdido ya la única neurona que aún me funciona.
En fin, que no sé, que gracias por el comentario a pesar de no tener ni idea de quién es usted. Hacen "ilu", de esas infantiles.
Un saludito!
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