14 septiembre 2011 | By: Denebola

Post Ladrillo

Hace ya un buen rato que no sale nada armónico de mi lápiz sobre el folio blanco, sólo borrones. Ni asimilo ideas, sólo palabras que taladran mi cerebro y juegan al pinball dentro de mi cabeza.
Creo que estoy saturada. O más.
Así que he decidio afilar mis teclas e invertir una pequeña parte de mi escaso tiempo aquí, donde apenas escribo alguna tontería últimamente. Y esque ni sé qué decir, ni encuentro el momento.
Quizás perdí mi musa, si esque alguna vez la tuve.
Ahora mismo, el mismo caos que se adueñó de mi vida hace unos días, se ha adueñado también de mi mente y aunque hay muchas cosas que quiero decir, no sé muy bien cómo hacerlo, así que no me hago responsable de lo que pueda terminar siendo este post. Sí, es una advertencia, tiene toda la pinta de que termine siendo un post ladrillo y sin sentido. Básicamente porque me he salido a mi terraza con la compañía de mi fiel amiga Ambar, dejando un partido del Madrid (¡oh, sacrilegio!) y en busca de algo de tranquilidad para poner un mínimo orden en mis desquiciadas ideas.
Y la verdad es que no es el sitio donde me gustaría estar, de hecho, si tuviera algo de plutonio, estaría muy, muy, pero que muy lejos. Pero si ya es difícil esto de encontrarlo, imagínense costeárselo, que una está en paro.
Pero es mi "second best", como diría mi profesor de Teoría de Juegos (qué cabrón y qué majo era), y me tengo que conformar con lo que tengo. Al menos por ahora. Al fin y al cabo, todo está donde debe. Sí, sí, aunque parezca mentira, y aunque quiera estar en algún lugar perdido del planeta, es aquí donde debo estar. ¿Por qué? Realmente, aún no lo sé muy bien, pero empiezo a vislumbrarlo. Todo pasa por alguna razón, o al menos eso dicen, y cada día estoy más convencida de ello.
Entre otras cosas, y si echo la vista atrás, he de reconocer que todos los sopapos que me he llevado tenía que recibirlos antes de que algo más importante pasara. Y aunque ya llevo alguna que otra hostia, más de las que me gustaría, nunca dejamos de darnos con la puta realidad en las narices como si fuéramos nuevos y terminamos aprendiendo algo para no volver a tropezar con la misma piedra. Aunque sea por cuarta o quinta vez.
Pero lo más desagradable es enfrentarte contigo mismo, con toda esa parte de ti que no se la deseas ni a tu peor enemigo y que, probablemente, sólo tú conozcas. Y no hay más opción que dejarte arrastrar por ella o echarle un pulso y un par de ovarios, en mi caso. Y muchas veces no basta, pero si algo bueno tiene enfrentarse a tu peor cara, es que saca lo mejor de ti.
Y en ello ando. O eso creo. Porque para mí, cada día es un nuevo pulso. Y no siempre lo gana 'el bueno'.
Pero tengo una motivación muy clara, y esa meta es lo que me da fuerzas cada mañana para volverlo a intentar sin dar por perdido ese pulso. Y como la esperanza es lo último que se pierde, estoy absolutamente segura de que todo llega. Unas veces sólo tienes que pararte a esperar a que suceda sin hacer nada, y otras tienes que enseñarle el dedo corazón al mundo y darte de cabezazos contra un muro hasta derribarlo para poder mirar a los demás y decir eso de "te lo dije".
Y aunque no tengo ni puñetera idea de cómo será, por más que haya tratado de imaginármelo millones de veces sin éxito, sé que terminará pasando. Por mis ovarios que sí.
De momento sólo tengo tiempo para coger fuerzas y empezar mañana de nuevo.

Y aquí les dejo una de mis canciones favoritas para cuando salgo a correr a eso de las 7 de la mañana, con un vídeo muy apropiado para mi post-paranoia.

3 comentarios:

Bea dijo...

¿Cómo es posible q siempre escribas lo q me está pasando por la mente? #flipando

Itzi dijo...

Hola guapa, pues no me parece tanto ladrillo.
Me ha gustado leerte.
Voy a seguir leyendo.

Océanos de amor :*

Denebola dijo...

Me alegra saber que mis ladrillos son útiles y comprensibles para alguien más que para mí.
Espero que la lectura sea grata. O al menos divertida o entretenida.
Un besón a las 2.