16 febrero 2010 | By: Denebola

Despertar

Había sonado el despertador, pero ni siquiera se había enterado. Eran esas horas en las que mejor se está en la cama, por el frío, por el abrazo de su cuerpo, por el sueño profundo... Y su sueño era demasiado pesado.
Él despegó uno de sus brazos de su cuerpo rápida y hábilmente, y apagó de un golpe el ruido ensordecedor y taladrante que se metía en sus oídos como si fueran cuchillas para desprenderle del sueño. Y se quedó unos segundos mirándola, dormida. Todavía. No entendía cómo ni siquiera se inmutaba después de aquél ruido incómodo que habría despertado hasta a las sombras más oscuras. Pero le gustaba mirarla mientras dormía tranquila. Sólo eran unos segundos, porque aunque odiaba hacerlo, tenía que despertarla. No le gustaba sobresaltarla, y lo hacía con mucho cuidado, porque si le gustaba verla dormir, aún más le gustaba sentir cómo volvía al mundo de los vivos entre leves quejas y movimientos felinos. Entre sus brazos.

-"Ya es de día", y le miraba suplicante, aún dormida. Lo odiaba, no podía verla así, y ella lo sabía, quizás le diera pena y le dejara dormir un poquito más... Le costaba horrores mantenerse en su posición cuando hacía eso, le desarmaba cuando le ponía morritos. Por supuesto que le gustaría quedarse allí con ella, pero no podía... Y ella tampoco.
A veces pensaba que si le dejase dormir unos minutos más mientras él se vestía, no pasaría nada. Pero la conocía, y sabía que volvería a coger el sueño y se quedaría en la cama hasta que no pudiera más o quizás hasta la encontraría durmiendo cuando llegase a casa. Y sabía que ella no quería. Aunque todas las mañanas no pensase lo mismo. Confiaba en él para que fuese su fuerza de voluntad cada vez que amanecía, y empezar a rodar...
-"Tienes que levantarte...", era más una súplica que una orden. No le gustaba hacer eso cada día al despertar. Se despegó de su cuerpo y se levantó, encaminándose a la ducha, abandonándola entre las sábanas.
Ése era el preciso momento en el que ella se despertaba completamente. Sentía el frío en su espalda, estaba sola en la cama. ¿Qué más le daba seguir durmiendo o quedarse en la cama si ya sabía que no estaba a su lado?
Se deslizaba perezosamente entre las sábanas hasta encontrar el suelo con sus pies, y se quedaba unos segundos aún medio dormida sentada al pie de la cama.
Era un sacrificio necesario. Y no pensaba sólo en madrugar tanto...
Se sonreía y, mientras escuchaba el ruido de la ducha, pensaba en ese café que le iba a dar el último empujón.
Olía bien...



No es real, pero... No me importaría despertarme así todas las mañanas.

2 comentarios:

Play dijo...

En la situación del prota... NO sé que vena saldría... La borde o la romántica...

La 2ª, la primera la dejo para otras cosas...

Fredikefred dijo...

Ohhh, Que bonito!! A mi me pasa que se me pegan las sabanas, que soy casi incapaz de abrir los ojos, Pero solo cuando duermo con mi novio, cuando duermo sola, duermo fatal...