03 octubre 2011 | By: Denebola

Qué bonito es enamorarse...

Me he vuelto a enamorar.
Y esque, cada vez que pongo un pie allí, me enamoro un poco más. Siempre me he sentido atraída, pero cada vez mi corazón late más fuerte cuando sé que voy a verla. Y me quedo como una quinceañera embobada cada vez que la veo.
Cada vez que voy, me enamoro un poco más de Madrid. Si esque es posible enamorarse más, porque a mí me tiene totalmente cautivada.
Es una ciudad que te atrapa o te repele, no tiene término medio. Personalmente, me tiene enamorada, y cada día más. "Sería capaz de acostumbrarme a esto", dicho en una película pastelosa de Meg Ryan y Tom Hanks, suena exactamente como me siento respecto a esa ciudad, pero en lugar de gesto enamorado, una sonrisa traviesa en mi cara. Y también sería capaz de amarla.
Sí, es cierto que adoro Zaragoza. Es una ciudad que sólo puedes amarla. Pero es distinto, Zaragoza desprende un cariño como el que le tienes a un familiar. Una madre, un padre, una hermana... Alguien que sabes que siempre va a estar ahí y que siempre te va a abrazar con amor. Así es Zaragoza. Acogedora, cariñosa, entrañable... Un amor incondicional. Pero Madrid... Sólo puedes aceptarla y quererla como es, aceptar su grandeza y carácter, u odiarla. Como se hace con una novia con genio.
La mayoría de ustedes saben que este fin de semana he estado allí y por qué. Y esque es poner un pie en Atocha y no puedo reprimir la sonrisa. Y muy a pesar del mal fin de semana que he pasado, quizás el más horrible que he pasado en mi vida, que es mucho decir, he disfrutado de Madrid y exprimido cada segundo.
Me encanta y me vuelve loca.
No voy a contarles qué hice o qué dejé de hacer, eso es algo que queda entre ella y yo. Bueno, y la persona que me se arriesgó a acompañarme en los peores días de mi vida (y he de decir que no pude elegir mejor compañía, al menos que fuera factible).
De allí me he traído unas Converse, unos pies destrozados, unos gemelos hechos polvo, una sonrisa inmensa, mi mejor humor y ánimo, una cajita de violetas de caramelo como las que me traía mi padre de pequeña, muchas Mahou en el cuerpo acompañadas por un cuenco de patatas fritas "made in" Getafe, y unas ganas horribles de volver para quedarme.
Sí, querido Pirómano, Madrid es la mejor ciudad del mundo.
Y, querido, me pidió un favor. No pensaría que no se lo iba a hacer, ¿verdad? Sabe que por usted, haría cualquier cosa. Aunque he de decir que sólo a medias. El favor de verdad, se lo haré en privado. Aquí lo tiene.


Y aquí les dejo unas fotos de la ciudad que nunca duerme. Háganme el favor de disfrutarlas:


Atocha. Preciosa, se mire por donde se mire.

Amaneciendo en Madrid.

Las tortugas de Atocha también se aburren. Y el tema vouyeur les importa bien poco...