Divagación acerca de locuras

Estoy, pero no estoy...
¡Qué cojones!, no estoy, o estoy, pero estoy mal.
No lo admitiré abiertamente, soy demasiado orgullosa para eso, pero sí, lo estoy.
Quizás debería desatar lo que alguien quiere y no espera nunca que pase, o quizás no sea capaz nunca de eso. Sencillamente me limito a no dar demasiadas vueltas, pero cada día que pasa es una vuelta de tuerca más.
Ahora sí que sí.
Paso a paso, milimétricamente calculado.
Yo y sólo yo.
A tomar por el culo, y perdónenme la expresión, el resto del mundo (salvo contadas personas que me caben en los dedos de una mano, entre los que se encuentran ciertas personas de este blog, y pocos, muy pocos, demasiado pocos más).
Lo gracioso del asunto es que nadie, incluida yo, sabe qué pasará por mi cabeza en unas horas.
Quizás sea el Efecto Ámbar (gran slogan el de la Expo: vienes por el agua, volverás por la cerveza; pero a veces no se cumple... Lástima), porque ya me había acostado y no pretendía escribir... "No le jodas la entrada al Play", pero, para una vez que actualizo, igual hasta me toca palmas.
Unas veces pienso blanco, otras negro... Y salgo a la terraza, y esa gran luna ya no me dice nada... Y la azotea... Me hace llorar. "No subas si te vas a sentir mal". No me siento mal por subir allí, ni muchísimo menos, al revés, me da vida. El problema está en que ya no sé si yo aún tengo ese poder, por llamarlo de alguna manera, de dar vida... Me parece que no. O quizás eso es lo que quiere que piense; que, sabiendo como son las cosas (una ya tiene una edad, y ya se sabe, más sabe el diablo por viejo que por diablo, o quizás algún sentido arácnido que se mantiene, débilmente, pero se mantiene), va a ser lo segundo...
Y, como me mola esto de hacer locuras, no dejo de pensar en hacer una locura, la última salió mal (¿o quizás no?), pero esta... ¡¡¡Esta va por mí!!!
Un cambio de vida radical... Hace demasiado que lo pienso, y no lo hago, ya tardo, porque soy así, aviso, nadie me toma en serio, hasta que lo hago, entonces la gente se sorprende. Yo avisé... Y esta la necesito como el aire que respiro. No busco efectos en los demás. No. Pero por más que lo diga, no me creerán. Eso ya lo sé. Y me da igual... Al que no le guste, que no mire.
Sin embargo, me repito contínuamente una frase: soy nice. Eso me hace sonreír.


Y tras este gran ladrillo, me voy a dormir plácidamente con mi pijama de siempre, rememorando esa película que no puedo ver terminar y despertares (también horas de acostarse y cerrar los ojos plácidamente) inolvidables... Mañana será un día igual que los demás, repetido, pero distinto, en el que la rutina me consumirá y me preguntaré si esto es lo que quiero cuando sé a ciencia cierta que no. No lo es. Sé muy bien lo que quiero. Lástima que esté fuera de mi alcance. Y volveré a preguntarme si hice bien, y si algo está en mi mano, si tengo fuerzas para seguir intentando algo. Creo que no. Pero me queda paciencia, creo. No para tolerar. Sí para pensar que el futuro es algo impredecible. Y lo cierto es que algo en mi interior sabe a ciencia cierta qué pasará... Jodida incertidumbre que está ahí para comernos la moral. La odio. Pero eso será mañana...


La Ñeka y su Ámbar se van a dormir.