23 diciembre 2015 | By: Denebola

Excepciones de una sociedad machista

Es muy difícil abrirle tu ama a otra persona.
Y si alguien lo niega, lo siento, pero no es cuestión de seguridad en sí mismo, sino de valor. Reunir el coraje para hacer algo así es tarea titánica (o desesperación), porque por mucho que te quieras a ti mismo siempre, repito SIEMPRE, implica una posibilidad de fracaso; implica que la otra persona no vea lo que realmente eres, que no valore lo que tú realmente eres... O peor aún, que valore a alguien por encima de ti.
Por eso, siempre romperé una lanza a favor de los hombres que dan el primer paso. Los que se aventuran, los que se arriesgan, los que se lo montan para seducir de modo que nos quede otra opción que... Verles de verdad.
A los que se muestran de verdad, claro.
Como mujer, no he tenido por qué hacer eso.
Y sin embargo, lo he hecho.
Conozco el dolor del rechazo del mismo modo que conozco la sensación de victoria.
Pero, afrontémoslo: es sobre ellos sobre quienes pesa la espada de Damocles, quienes sienten la duda y a pesar de todo, ahí están, dando un paso al frente.
Por supuesto, hablo de los hombres honestos, no de los que tratan de engatusarnos con las intenciones que todos conocemos. Ésos no abren su alma, sino su bragueta, algo que a ninguna mujer le cuesta esfuerzo alguno con estos tipos. Y ni siquiera se merecen una patada en la ingle, se merecen una mirada indiferente y que nos alejemos de ellos. Porque, tanto como receptora de rechazo como de victoria, sí sé una cosa: no hay nada peor para un hombre que de verdad no quiere abrir tu alma, sino tus bragas, que la indiferencia...
Y si lo piensan bien, el hombre que de verdad te abre su alma, se queda vulnerable ante ti y nosotras, no me digan por qué, pero al menos yo no soy capaz de no reconocerles el mérito. SIEMPRE tendrán mi reconocimiento... Motivo por el cual, mis ex, las personas que lo han intentado, siempre tienen un pedacito de mi corazón (por alguna alineación planetaria, normalmente todas mis parejas, salvo gloriosas excepciones, y aquellos hombres que he rechazado, siguen siendo mis amigos, ¿por qué no podrían serlo si ellos quieren? Una cosa es que no veas algo más en ellos, otra muy diferente, que no puedas seguir disfrutando de su compañía y de valorarlos como verdaderos amigos. Y aquí incluyo los que me han rechazado a mí... Sí, debo ser marciana...).
Y luego nos quejamos las mujeres de que este mundo es machista... Pero en esta ocasión, amigas mías, somos nosotras las que tenemos el poder de herirles...
... Por lo general...
Así que, me siento en la necesidad de señalar que hay ocasiones en este mundo de hombres en las que ellos no, de ningún modo tienen la sartén por el mango y se arrodillan. Para variar, somos nosotras jueces y jurados.
Y no, no es una situación cómoda cuando ese sentimiento no es correspondido.
Sin embargo, esa valentía no queda inapreciada.
Al menos, no por mí.
Tal vez esperaban que sacase mi vena más cruel... Pues no. Tal vez si ustedes se pusieran en su piel reaccionarían como yo.
¿O no tienen ovarios?

1 comentarios:

prisaediciones dijo...

Gracia por compartir con nosotros.
Un saludo.