14 octubre 2013 | By: Denebola

Riot

Dicen que de todo se aprende.
Bueno, tal vez para eso haya que tener neuronas funcionales, hay gente que no aprende. O tal vez viva en una comunidad autónoma donde lo suyo es darse de cabezazos contra un muro, por eso de que somos 'cabezoncicos'. Pero no nos engañemos, ciegos que no quieren ver hay en todas partes.
Personalmente, no puedo negar que yo sea una una de ellas. No me caracterizo por ser la persona más racional del mundo, sino más bien por todo lo contrario.
Soy visceral y muy emocional.
De hecho, no hace mucho me acusaron de temperamento 'ignífugo'.
Bien, tampoco puedo negarlo. Tan solo matizarlo.
Pero hay una cosa que se llama instinto.
Cuando te das demasiadas veces contra un muro, terminas por buscar un sitio por donde rodear ese muro. O al menos un lugar por donde el muro sea más fino, por eso de que los cabezazos duelan menos.
Empiezo a pensar que ese instinto a veces se ve cegado por la puñetera y jodida esperanza.
Es decir, si ves una grieta, esperas que al jodido y puñetero muro no le quede demasiado por romperse. Y esa esperanza te lleva a seguir y seguir dándote de cabezazos. El tema es: ¿qué se romperá antes? ¿El muro o tú?
El muro no piensa, así que cuando te duele ya demasiado, esperanza incluida, empiezas a cuestionarte por qué te dabas de cabezazos desde el principio. ¿Merece la pena lo que estoy haciendo?
En fin, hay cosas de las que no puedes escapar. Quieras o no, sólo hay una salida. El puto y jodido muro. Cuando ya te sangra la sien de tanto arremeter, tienes la gran pregunta: ¿lo dejas o sigues hasta el final? Sabes cómo vas a acabar, así que, ¿te sientas, observas con cara desafiante el muro, buscas el punto débil y sigues, o sencillamente le enseñas el dedo corazón y te rindes?
No sé ustedes, pero yo no soy de las que se rinden.

Y como eso de 'riot' (amotinarse/revuelta) va más conmigo y mi temperamento 'ignífugo', les dejo este vídeo de los Bullet for my Valentine:



A mí tampoco me gusta el corta de pelo que se ha marcado el amigo, pero su música no tiene nada que ver con su cara, y eso SÍ que me gusta.

Ya saben, amotínense. Enseñar el dedo corazón es bueno a veces para el orgullo. Y, personalmente, el jodido muro puede hacerlo flaquear, tal vez alguna grieta, pero no romperlo. La esperanza no es lo último que se pierde, va de la mano con el orgullo, así que ese dicho no dice toda la verdad.