03 abril 2012 | By: Denebola

Un mal día lo tiene cualquiera.

A veces, el día se te tuerce sin más.
Amanece lloviendo, ya se sabe, en Abril, aguas mil, y una sale como el día, nublada y con pocas luces, nubarrones sobre tu cabeza y algún que otro trueno interno. Y por más que una nada a contracorriente, el viajecito no se hace más fácil. Sin motivo, sin razón. Pero te cuesta un mundo dar un pasito hacia adelante.
Lo ignoras o pretendes que no te afecte, pero sabes que está ahí, el lastre que llevas arrastrando las horas que llevas despierta está ahí. Y pesa. Y sabes que llegará un momento en el que pueda contigo, pero de momento no miras hacia adelante, sólo sigues a lo tuyo tratando que te afecte lo mínimo posible. Un Carpe Diem adaptado y reinventado al modo pesimista en el que te encuentras.
Y con la marcha palillera que llevas, las cosas se te van acumulando agónicamente, sabiendo que terminarás el día con una lista desesperante para acumularse a la lista del día siguiente.
Entonces tienes 2 opciones: golpe en la mesa y seguir nadando a contracorriente o dejarlo todo a un lado y pasar a otra cosa dejándolo todo para mañana confiando en que no amanecerás como hoy.
Y como no tengo más ganas de nadar, pasopalabra. Quizás luego tenga más ánimo para retomar mi reto de natación.