Y aquí dejo algo de lo que ando escuchando últimamente
Hay más, pero otra ración otro día
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Lo que da de sí un huevo... Cocido.
No sé ustedes, pero aquí, en MañoLand, tras una tormenta de cojones, se está de vicio. Y ya hace 2 días.
Tan de vicio, que una servidora piensa hasta en salir de compras para agenciarse una 'rebequita', prenda que en mi puñetera vida ha morado en mi armario, porque llegadas las 7 de la tarde, el cierzo frío (sí, sí, frío en agosto, lo que leen) te atusa el pelaje a contrapelo.
Nótese la ironía del verbo atusar, porque si no han estado nunca por estas tierras, en confidencia les hago saber que nuestro bien amado cierzo es cualquier cosa menos una suave brisa.
Y no, no se me asusten, jamás usaré tal prenda con un nombre como 'rebequita'. ¡Válgame el cielo! Una maña con lo que hay que tener no lleva de esas cosas, está curtida por el cierzo. O abrigo, o nada, aquí no entendemos de 'entretiempos', o frío, o calor, nada de medias tintas. Y quien dice abrigos, dice mantones, por eso del traje de baturra (que no es lo mismo baturra que maña, no me jodan).
Y como es viernes y estaba harta de todo, lo que se dice todo, y con muchos nervios que mandar a... No sé, muy lejos, he echado mano del teléfono y, cual Madrid en agosto, me he agenciado triste y sola un compañero de cañas y desde las 7 de la tarde en faena, que ya lo echaba de menos.
Y, ya se sabe, culo veo, culo quiero. De ser dos, hemos pasado a ser 5.
Lo que es quedar con la familia a echar cañas.
Yo ya lo echaba de menos.
A él en concreto. Y en cuanto a ella, pues nunca está de más alguien que anime el cotarro y se marque disertaciones con un par de cañas de más. Ella y los demás, porque que te hablen del arte de cocer un huevo no tiene mucha gracia sin un par de cañas, pero el zumo de cebada te da una panorámica mundial diferente.
Y lo que da de sí un huevo.... Cocido, que no duro. Parece ser que no es lo mismo.
Y los gatos, los putos gatos. El puto pelo y los arañazos. Malditos bichos. Pero ya se sabe, cuanto más bicho, más se hace querer, díganmelo a mí, que quiero tanto a mi hermana (y además es rubia).
Sorna aragonesa, Ambar fría y un puntito de 'humor inglés' que ya echaba de menos. Mucho, muchísimo.
Si es que agosto a veces mola y todo.
Hay un placer tierno y dulce en quedar con los hermanos pequeños de tu madre para irse de cañas, el de una sobrina a la que un crío de 18 años usaba sin vergüenza alguna para sacarla de paseo y ligar con chulería y mucho encanto, el de una sobrina que sabe que su psicótica tía, aunque a veces insoportable, tiene un corazón enorme y un encanto extraño que no sabe cómo usar.
Hay un placer tierno y dulce en saber que la familia también pueden ser amigos tuyos.
Si no lo han probado, no saben lo que se pierden. Se lo aconsejo.
Espero que estén disfrutando de sus vacaciones, queridos míos.
Quizás mañana les hable de mis nuevos descubrimientos vecinales, que son dignos de un post (sí, otro), ahora les dejo con mi querido James, y, aunque no tengo en mi mano un whisky, sí brindo con mi cerveza por las vacaciones. Y por mi tío. El motivo es mío, y éste post, para él.
Tan de vicio, que una servidora piensa hasta en salir de compras para agenciarse una 'rebequita', prenda que en mi puñetera vida ha morado en mi armario, porque llegadas las 7 de la tarde, el cierzo frío (sí, sí, frío en agosto, lo que leen) te atusa el pelaje a contrapelo.
Nótese la ironía del verbo atusar, porque si no han estado nunca por estas tierras, en confidencia les hago saber que nuestro bien amado cierzo es cualquier cosa menos una suave brisa.
Y no, no se me asusten, jamás usaré tal prenda con un nombre como 'rebequita'. ¡Válgame el cielo! Una maña con lo que hay que tener no lleva de esas cosas, está curtida por el cierzo. O abrigo, o nada, aquí no entendemos de 'entretiempos', o frío, o calor, nada de medias tintas. Y quien dice abrigos, dice mantones, por eso del traje de baturra (que no es lo mismo baturra que maña, no me jodan).
Y como es viernes y estaba harta de todo, lo que se dice todo, y con muchos nervios que mandar a... No sé, muy lejos, he echado mano del teléfono y, cual Madrid en agosto, me he agenciado triste y sola un compañero de cañas y desde las 7 de la tarde en faena, que ya lo echaba de menos.
Y, ya se sabe, culo veo, culo quiero. De ser dos, hemos pasado a ser 5.
Lo que es quedar con la familia a echar cañas.
Yo ya lo echaba de menos.
A él en concreto. Y en cuanto a ella, pues nunca está de más alguien que anime el cotarro y se marque disertaciones con un par de cañas de más. Ella y los demás, porque que te hablen del arte de cocer un huevo no tiene mucha gracia sin un par de cañas, pero el zumo de cebada te da una panorámica mundial diferente.
Y lo que da de sí un huevo.... Cocido, que no duro. Parece ser que no es lo mismo.
Y los gatos, los putos gatos. El puto pelo y los arañazos. Malditos bichos. Pero ya se sabe, cuanto más bicho, más se hace querer, díganmelo a mí, que quiero tanto a mi hermana (y además es rubia).
Sorna aragonesa, Ambar fría y un puntito de 'humor inglés' que ya echaba de menos. Mucho, muchísimo.
Si es que agosto a veces mola y todo.
Hay un placer tierno y dulce en quedar con los hermanos pequeños de tu madre para irse de cañas, el de una sobrina a la que un crío de 18 años usaba sin vergüenza alguna para sacarla de paseo y ligar con chulería y mucho encanto, el de una sobrina que sabe que su psicótica tía, aunque a veces insoportable, tiene un corazón enorme y un encanto extraño que no sabe cómo usar.
Hay un placer tierno y dulce en saber que la familia también pueden ser amigos tuyos.
Si no lo han probado, no saben lo que se pierden. Se lo aconsejo.
Espero que estén disfrutando de sus vacaciones, queridos míos.
Quizás mañana les hable de mis nuevos descubrimientos vecinales, que son dignos de un post (sí, otro), ahora les dejo con mi querido James, y, aunque no tengo en mi mano un whisky, sí brindo con mi cerveza por las vacaciones. Y por mi tío. El motivo es mío, y éste post, para él.
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