Sí, esa clase de personajillo que donde quiera que vas, no te libras de él.
Siempre hay uno, no importa el ambiente en el que te muevas, el pelota, siempre tiene representación.
Cuando vas a trabajar, siempre hay en la oficina alguna clase de imbécil cuya especialidad es frotar la espalda a los jefes poniendo las manos a la altura del suelo a ver si cae algo...
Cuando quedas con tus amigos a tomar unas cervezas y reirte un rato, siempre hay un lelo que sólo le ríe las gracias y le lava el agua al que más destaque con la finalidad de brillar él también, sólo que, al no tener luz propia, tienen que arrimarse a la luz que emiten los demás...
Cuando tienes la típica comida en familia, allí está el idiota de turno que quiere caer bien, con el único arma que conoce, dar la razón al que más autoridad demuestra, de ese modo, es imposible (o al menos, menos probable) recibir alguna crítica y salir mal parado...
Estos babosos arrastrados... ¡¡¡Proliferan, señores!!!
Si son uno de los que reciben sus alabanzas, tengan por seguro que esperan recibir algo, no son gratuitas.
Si no lo son, tienen la costumbre de tratar de quedar por encima de los que no sobresalen.
Parásitos, eso son.
Además de que, una vez identificado, no es muy difícil ver que cualquiera puede dejarlo en evidencia, porque, muchas luces, por lo general, no tienen. Eso sí, son vengativos y algo rencorosos, porque, si tratas de quedar por encima de él, o dejarle en evidencia, tarde o temprano, acabarán por devolvérsela, y si pueden, multiplicado por 3.
Y cómo no, a la hora de vestir, necesitan destacar. Tienen que ir a la última, ¡que el mundo se entere del cuerpo serrano que habita sobre él!
Y si muchos se mirasen al espejo con un poquito de objetividad en lugar de con esa frase en mente que toda abuela dice al ver a su nieto, se darían cuenta de que las camisas a lo Bisbal no les disimulan la tripa cervecera, la gomina en el pelo, por muy fashion que vayan peinados, no quita la caspa, las gafas de pasta color rojo de Dolce y Gabbana les quedan como una patada en la boca del estómago, los vaqueros ajustados no les marcan culo, sino que aún marcan más la tripa que asoma por encima del pantalón... Y un largo etc.
En realidad, no sé cómo pueden llegar a ser menos despreciables, si como amigos, o como enemigos.
Yo, personalmente, prefiero la indiferencia hacia estos seres... No me gustan los payasos.
La Ñeka ha hablado.
1 comentarios:
hay pelotas y tocapelotas, que aunque no vayan lamiendo el culo, tienen que destacar por encima de los otros, aun dejandose en evidencia... que asco
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