Insomnio

No podía dormir, el calor no le dejaba.
No dejaba de dar vueltas entre las sábanas y la camiseta se le pegaba al cuerpo enroscándose por su cintura, aumentando el agobio cada vez más.
Salió a la terraza hasta que el calor de su cuerpo bajó. La brisa le sentaba bien, aunque quizás mañana no opinase lo mismo, quizás mañana volviera a estar mala. Tenía ganas de hacer aquello que hacía en la azotea, pero cada vez que pasaba esa idea por su cabeza, se entristecía. Pero era una tristeza alegre, melancólica. No quería dejar de estar triste, había convivido ya mucho con esa sensación y ahora sabía que cuando dejara de sentirlo, sólo podría ser por 2 cosas: que por fin la causa de su melancolía había terminado, o que ya no vivía en su interior la única persona que le había llegado tan profundo.
Le echaba de menos.
Se sonrió.
Se acordaba de su cara de angelito mientras dormía. Se acordaba de cómo le abrazaba. Se acordaba de cómo le miraba mientras se maquillaba. Se acordaba de las gafas de sol por la mañana y su brazo por encima de sus hombros. Se acordaba de que sus besos le hacían olvidarse del resto del mundo. Se acordaba de cómo desaparecían los demás cuando estaba con él. Se acordaba de su forma de cogerle. Se acordaba de las trabillas del pantalón. Se acordaba de cómo le cogió la mano cuando se iba, de su cara de niño el primer día a las puertas del colegio, del "No quiero..." que salió de sus labios.
Recordaba todos y cada uno de los segundos que pasó a su lado.

Por eso ahora le costaba mirar a su lado en la cama y no ver nada, vacío. Le faltaba algo, le faltaba una parte de ella, le faltaba él. Ahora ya no podía dormir sobre su brazo, sintiendo el calor de su cuerpo detrás de ella, sus manos abrazándole.
Después de tanto tiempo, y seguía así... Aún.
Pero le gustaba estar así. Sabía lo que significaba, que seguía teniéndole clavado dentro de ella, y no quería arrancárselo.